EDITORIAL «Sánchez se va 23 días de vacaciones, los españoles solo 9»

Mientras tú y yo estamos aquí, trabajando, sudando el verano, pagando facturas, impuestos y soportando la presión fiscal más alta de nuestra historia, el presidente del Gobierno se va 23 días de vacaciones pagadas por todos nosotros.

Sí, Pedro Sánchez se instala en La Mareta como si España fuera una balsa de aceite. Se va con su mujer, con su séquito, con 40 guardias civiles y hasta con buzos por si hay una medusa rebelde en Lanzarote. Y todo eso con tus impuestos. Y mientras tanto, ¿qué hacemos los autónomos? Sobrevivir. Sin vacaciones, sin paro, sin jubilación digna. Pagamos como nadie, recibimos como nadie… pero al revés.

Los datos son claros: solo uno de cada tres autónomos se puede permitir irse de vacaciones, y apenas una semana. El 41 % ha visto caer su facturación este año. Y los asalariados tampoco están mejor: los españoles han pasado de tener 14 días de vacaciones a solo 9. Y no porque no quieran, sino porque no pueden.

Mientras tanto, los diputados y senadores disfrutan de 2 meses de vacaciones en verano… y uno en Navidad. Todo pagado. Aquí el que entra en política, entra para vivir mejor. En Dinamarca eliminan las pensiones vitalicias. En España, las blindan. Aquí un expresidente cobra 8.000 € al mes, más coche oficial, escolta, dietas y oficina pagada.

Sánchez viaja en helicóptero hasta el Falcon para recorrer 15 minutos de distancia. En Lanzarote, todo su séquito se mueve en coches de gasoil, mientras a ti te multan si tu coche no lleva la etiqueta ecológica.

El colmo fue este dato: me cuentan que un restaurante en Lanzarote se negó a atender a Sánchez y a Begoña. ¿Será verdad? Estamos investigando. Pero si es cierto, habría que aplaudirles.

Este país ya no tiene vacaciones, tiene esclavos. Trabajamos para pagar sus lujos. Se llama democracia, pero es una farsa. Y si lo criticas, eres un fascista.

Y aún hay más: el PSOE y el PP tardan 5 minutos en ponerse de acuerdo… para blindar sus sueldos, sus prebendas, sus pensiones. La casta política, en bloque, vive a cuerpo de rey mientras tú te ahogas en recibos.

Mientras tú y yo madrugamos, ellos se echan la siesta.