Cambronero destapa casi 90 millones en subvenciones a una ONG socialista y ayudas millonarias sin control

En España pagamos más impuestos que nunca, pero los servicios básicos no responden. Cuando hay incendios, llegan tarde; cuando hay riadas, aparecen a cuentagotas; cuando necesitamos inversión en sanidad o vivienda, no hay dinero. Y mientras tanto, nuestros impuestos vuelan hacia chiringuitos y ayudas opacas.

Gracias al trabajo del exdiputado y policía Pablo Cambronero, hemos podido comprobar que una sola ONG, el Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad —dirigida por históricos socialistas como Manuel de la Rocha— ha recibido en apenas tres años y medio 83,5 millones de euros en subvenciones públicas. Y este 2025 ya ha sumado más de 3 millones adicionales. Todo ello con una actividad, como mínimo, etérea y poco transparente.

Pero no se queda ahí. Cambronero nos muestra con documentación cómo el Gobierno reparte dinero sin control:

• 1,5 millones de euros a Colombia, supuestamente para reparar a víctimas del conflicto, gestionados por el presidente Gustavo Petro, antiguo miembro del M19. Mientras tanto, las víctimas españolas del terrorismo siguen sin cobrar indemnizaciones completas.
• 250.000 euros a FICR América, otra rama de la Cruz Roja internacional, cuando ya financiamos de sobra a la española y a múltiples federaciones.
• 600.000 euros a El Salvador para “mujeres retornadas”, sin que nadie explique qué significa exactamente ni cómo se gestiona.
• 11 millones de euros en 2018 a una UTE de Huawei y Vodafone para fomentar el 5G en España, justo cuando Sánchez decía públicamente que no apoyaría a Huawei. El dinero contradice las palabras y marca la verdadera agenda.

Esto es lo que denuncia Cambronero con el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DEGU): que mientras se nos exige apretarnos el cinturón, los políticos reparten miles de millones a ONGs vinculadas al poder, a gobiernos extranjeros y a corporaciones que no lo necesitan.

La conclusión es clara: España se ha convertido en un infierno fiscal donde la factura la pagamos los ciudadanos, y el despilfarro lo disfrutan unos pocos.

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