“Este gobierno no es progresista, es un gobierno outlet, viejo, de segunda mano”

Hoy en Castillón Confidencial hemos conversado con Javier Borrego, ex magistrado del Tribunal Supremo y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Una voz con la autoridad suficiente para desmontar el relato oficial que desde Moncloa se repite cada día. Borrego lo dice sin rodeos: “Este gobierno no es progresista. Es un gobierno outlet, viejo, de segunda mano”. Una definición que retrata a un Ejecutivo que se vende como renovador, pero que en realidad está formado por piezas desgastadas, recicladas, incapaces de aportar nada nuevo a la vida política española.
Se autodenominan progresistas, pero las políticas que aplican y los pactos que sostienen al gobierno de Sánchez muestran lo contrario: inmovilismo, clientelismo y oportunismo. Lo progresista sería apostar por la justicia social, por la independencia de los poderes, por el respeto a las víctimas y por el futuro de los jóvenes. Lo que tenemos es un gobierno de marketing, preocupado solo por mantenerse en el poder.
Borrego, que ha conocido de cerca los engranajes del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, sabe bien lo que significa gobernar con principios o sin ellos. En Estrasburgo, las resoluciones marcan un camino de respeto a la libertad y a la democracia. En España, en cambio, se juega a otra cosa: blanquear socios políticos condenados, manipular instituciones y utilizar la justicia como un arma política. Cuando alguien con la experiencia de Borrego señala esta deriva, no podemos mirar hacia otro lado.
La definición de “outlet” no es gratuita. Un outlet vende productos rebajados, piezas viejas que nadie quiere, mercancía que ya no sirve en la tienda principal. Así ve Borrego al actual gobierno de España: un conjunto de ministros y pactos caducados, sostenidos artificialmente, incapaces de aportar soluciones reales a los problemas del país. Y tiene razón. Basta ver la gestión en materia de seguridad, en el ámbito internacional, en la economía o en la protección de derechos fundamentales. Todo son parches, improvisaciones y propaganda.
La conclusión es clara: este gobierno no es progresista, es un gobierno outlet. Viejo, de segunda mano, vendido como novedad a un pueblo que merece algo mejor.
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