“Cuba y Venezuela son los países que celebran más elecciones y no son democracias”

Hoy he querido dar voz a dos personas que viven y sienten la pérdida de la democracia desde ángulos distintos, pero con un mismo mensaje: España va camino del modelo venezolano.

Azabache, artista y opositora venezolana, lo dijo con crudeza y sin rodeos:

“Cuba y Venezuela son los países que más elecciones celebran, y ninguno es una democracia.”

Su frase lo resume todo.
El chavismo aprendió a manipular las herramientas democráticas para destruirlas desde dentro.
Crearon el software Smartmatic, exportado a medio mundo, y detrás de su aparente legalidad esconde una maquinaria de fraude.

“No importa quién vote ni cuántos voten, sino quién cuenta los votos”, recordaba Azabache.
Y añadía:
“Esta gente del socialismo del siglo XXI ha comprado los sistemas, los medios y las conciencias. Es la estafa global de la democracia.”

Lo que describió no es teoría conspirativa, sino una advertencia: los regímenes totalitarios han aprendido a mantener la fachada electoral mientras controlan el recuento, los tribunales y los medios.
Y cuando eso ocurre, el ciudadano ya no puede distinguir entre votar y simular votar.

Del otro lado, desde República Dominicana, intervino Luis López Cózar, doctor en Derecho político y testigo directo de lo que califica como “el mayor fraude electoral moderno en España”.
Lo que cuenta es demoledor:

“En España no mandan ni los españoles ni los partidos políticos, sino intereses superiores.”

López Cózar estuvo en los colegios electorales del 23J, vio con sus propios ojos cómo se publicaban los resultados de Indra mientras aún se contaban los votos.
Denuncia que en nuestro país no se cotejan las actas y que los jueces que deberían supervisar el proceso se limitan a aceptar los datos de Indra sin verificación.

“Ni los partidos cuentan actas, ni las juntas electorales las revisan. Es un teatro, un simulacro de democracia”, asegura.

Y es que, como él mismo señala, Indra —empresa vinculada al grupo PRISA y al PSOE— controla la previsión de votos.
Correos, Telefónica, el Ministerio del Interior… todos bajo el mismo color político.
Un monopolio del recuento que vacía de sentido el voto ciudadano.

Cuando escuché a Azabache y a López Cózar, entendí que lo que pasa en España es una versión sofisticada del modelo venezolano:
apariencia democrática, control total del sistema electoral y una población adormecida.

“La gente cree que la democracia se pierde de golpe, pero se pierde de a poco, mientras nos distraen”, dijo Azabache.

La pregunta que queda en el aire es dura, pero inevitable:
¿quién manda realmente en España?
Porque si los votos se cuentan en servidores privados, los jueces no revisan las actas y los medios solo repiten la versión oficial, lo que tenemos no es una democracia, sino su caricatura.

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