La doble vara de medir: el rey emérito en el exilio mientras los corruptos siguen aquí tan tranquilos
Soy Susana Gasch, periodista y creadora del podcast Confesiones Confidenciales.
Y hoy necesito escribir esto en primera persona, porque lo que estamos viendo con el rey Juan Carlos I no es información: es una injusticia histórica envuelta en propaganda.
En el último episodio de mi podcast, analizamos algo que en España se evita decir en voz alta: el rey Juan Carlos I ha tenido que presentar sus memorias en Francia porque en su propio país no lo dejan hacerlo sin que explote una campaña mediática y política en su contra. No estamos hablando de un rey depuesto por corrupción ni por sentencia judicial. Hablamos del jefe de Estado que representó a España en el exterior, trajo inversiones y ejerció un papel que muchos gobiernos no fueron capaces de asumir.
La pregunta que lo originó todo en el podcast fue simple:
¿por qué habla ahora?
La respuesta también lo es: porque tiene derecho. Porque cualquier figura pública tiene derecho a contar su historia. Porque nadie debería vivir exiliado cuando no ha sido condenado por ningún delito.
En el programa se dijo algo que nadie se atreve a poner negro sobre blanco:
Juan Carlos I no ha cometido ningún delito.
Se le acusa de haber recibido dinero privado de países árabes. Repito:
dinero privado.
Sin afectar un solo euro de dinero público. Sin robar un solo céntimo a los españoles.
Y entonces lanzamos la comparación que resume la obscenidad de todo este asunto:
“A mí lo que me flipa es que el rey tenga que estar fuera de su país por unas puñeteras comisiones que además se las pagaron los árabes, que ni siquiera lo cogió de dinero público, como sí se han pagado las [***] del PSOE con dinero público.”
Es decir:
- El rey recibe dinero privado → exilio y escarnio público.
- Políticos usan dinero público en fiestas, campañas, favores y vaya usted a saber qué más → siguen en sus cargos.
La conclusión es inevitable:
En España hay una doble vara de medir.
En Confesiones Confidenciales lo dijimos sin anestesia:
El gobierno más corrupto de la historia reciente se permite señalar al rey.
Se atreven a darle lecciones quienes no le llegan ni al tobillo.
Y mientras tanto, ¿quién está fuera del país?
¿El que no fue condenado o los que están imputados y protegidos?
¿Por qué Juan Carlos está fuera… y Ábalos sigue dentro?
Si el exilio del emérito fuera una cuestión de ética, Ábalos no estaría ocupando un escaño en el Congreso. No lo digo yo: lo dijo la audiencia del programa.
Lo que vemos es otra cosa:
política, relato y estrategia.
Se tuvo que ir porque su figura resultaba incómoda para construir el nuevo relato institucional: una monarquía “moderna”, despegada del pasado. Una operación de imagen en la que Juan Carlos no encajaba.
Pero lo que empezó como estrategia acabó siendo humillación.
Felipe VI y la sensación de abandono
En el programa hubo un tema delicado: Felipe VI.
No se habló de su papel como rey constitucional, sino de su papel como hijo.
La audiencia fue muy clara:
“Felipe es un calzonazos.”
No es una crítica institucional; es emocional. Se percibe que el rey actual permitió que su padre fuera sacrificado para proteger la estabilidad del reinado. Se habló de presión de Letizia. Se habló de decisiones frías. Pero, sobre todo, se habló de falta de humanidad.
No se puede construir una monarquía que reniega de su propia historia.
No se puede educar en valores familiares cuando se deja solo al padre en el peor momento.
Privilegios para algunos, humillación para otros
En el programa salió una anécdota que lo dice todo:
se habló de cómo ciertos políticos reciben trato preferente en hospitales, entrando por puertas traseras, evitando colas y procedimientos que cualquier ciudadano debe aguantar. Mientras tanto, el rey emérito ha tenido que despedirse de España como quien se marcha de puntillas.
La frase que define toda esta historia la dijo una oyente en directo:
“Si permitimos que por lo que hizo el rey no pueda volver a España mientras aquí hay gentuza con cosas muchísimo peores y están tan pichis, entonces tendremos merecido todo lo que nos pase.”
Exacto.
No está en juego el rey. Está en juego el país.
Esto no va de monarquía o república.
No va de derechas o izquierdas.
Va de justicia, proporcionalidad y decencia.
Si el rey está fuera por recibir dinero privado,
y los corruptos del dinero público siguen dentro,
España tiene un problema.
No con el rey.
Con su moral torcida y con la cobardía de sus instituciones.
— Susana Gasch
Podcast: Confesiones Confidenciales
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