Las cortinas de humo: cuando el poder distrae para que dejemos de mirar lo importante

Hay una técnica que el poder usa una y otra vez: la distracción emocional. Cuando las cosas se ponen feas, cuando hay escándalos, corrupción o causas judiciales, de repente aparece un elemento inesperado que desvía todas las miradas.

Lo he visto en Moncloa, en gobiernos autonómicos, y lo he visto también en otras dictaduras del siglo XXI: si no puedes defenderte, distrae.

En el programa analizamos varios casos recientes:

Caso 1: Pedro Sánchez y las gafas
Un día aparece con gafas nuevas en un mitin. No dice nada, solo se las pone y se las quita. ¿Resultado?
Los medios hablan de las gafas, no de la corrupción.

Caso 2: Begoña Gómez reaparece con una muleta
Meses desaparecida tras verse salpicada en una causa judicial, y cuando vuelve, lo hace con una muleta, bien visible en las fotos.
La gente pregunta: “¿Qué le habrá pasado?”.
Nadie pregunta: “¿Qué está pasando con la investigación?”.

Como me dijo Roberto Crobu, psicólogo y colaborador del programa:

“El truco funciona cuando consiguen que hablemos de la muleta y no de la imputación.”

Y tiene razón. Es pura psicología: si te hacen reír o sentir curiosidad, dejas de sentir indignación.

No es nuevo. En Venezuela, mientras Maradona bailaba en un escenario con Maduro, se ejecutaba a ciudadanos en otra zona del país. La estrategia es siempre la misma:

ruido → distracción → olvido

Aquí igual. Mientras se habla de gafas, muletas, bailes o libros recomendados en redes sociales, la realidad es otra:

– Fiscal general imputado.
– Tramas de corrupción.
– Amiguismo y cargos a dedo.
– Falta de justicia y rendición de cuentas.

Una colaboradora del programa lo resumió así:

“Ellos corren los límites porque saben que detrás no hay justicia.”

Y cuando no hay justicia, solo queda el relato.
El espectáculo.
El “show”.

La pregunta no es por qué lo hacen.
La pregunta es por qué seguimos mordiendo el anzuelo.

Mientras ellos generan humo, desaparecen los millones, los expedientes, y la responsabilidad política.

Y lo más peligroso es que funciona.

Mientras aplaudes el show…
dejas de mirar al mago.

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