Gracias por decir lo que otros callan: así hablan los “Confidenciales”
Hay algo que sigo comprobando cada día: la verdad no está en los medios, está en vosotros. En los oyentes de este programa. Mensajes que llegan sin filtro, sin cálculo político, sin miedo. Gente que trabaja, que paga impuestos, que sostiene el país mientras una minoría lo esquilma.
Una oyente me escribió hace unos días. Funcionaria del Estado. Lleva toda una vida trabajando para lo público. Y me dice: “Me han bajado el sueldo 35 euros este año. Además pago una tasa de basura de 132 euros. Ya pagamos IBI, ya pagamos mil impuestos. Estamos afixiados. De verdad, afixiados.” Esa frase la podría firmar medio país: gente honrada que paga todo mientras los que deberían apretarse el cinturón viven del lujo institucional.
Otra confidencial, maestra, me envió algo que me dejó sin palabras: “Gracias por tocar el tema del 11M con valentía. Un país no está sano si no aclara las cosas hasta las últimas consecuencias.” Lo que esta mujer escribió es más periodismo que muchas columnas enteras de los grandes diarios. No es una opinión. Es un diagnóstico.
Hay mensajes que nacen desde la desesperación. Un oyente, atrapado en una persecución administrativa sin sentido, me escribe: “O me voy de España o me pego un tiro. El destrozo personal y económico que llevo… no puedo más.” A esa persona le respondí lo que repito ahora: No te vayas. No te rindas. España necesita a quienes todavía no han sido derrotados por la mentira.
Otros mensajes llegan desde fuera de España. Un tinerfeño que vive en Polonia me cuenta que escucha el programa para sentirse “en casa”, que la música del final le acompaña en sus noches de trabajo. ¿Cómo no vamos a seguir haciendo esto?
Recibo mensajes de autónomos, siempre en guerra con Hacienda. Uno me mandó una canción: “Soy autónomo, lo contrario a ser feliz.” Lo cantan con humor porque, si no, llorarían. Otro oyente lo resumió así: “Hago magia cada mes como Tamariz.” El humor negro es el nuevo mecanismo de defensa en este país.
Y hay mensajes que te revientan la sangre. Una oyente, indignada con la Fiscalía General del Estado, me escribe: “Los fiscales deberían defendernos, y están aplaudiendo al acusado.” Eso lo define todo: hemos pasado de una Justicia para el ciudadano a una Justicia al servicio del poder. Aplaudir en la entrada a un fiscal general imputado no es justicia. Es servilismo.
Pero entre tanta manipulación, tanta propaganda, tanta resignación obligada, aparece esto: gente corriente, con trabajo, con familia, con poco tiempo, que aun así escribe, denuncia, levanta la mano y dice lo que otros callan. Vosotros.
Por eso digo siempre que este programa no es mío. Es vuestro. Vosotros mandáis las pruebas, los mensajes, las historias reales. Yo solo pongo un micrófono delante y lo amplifico. Los medios pueden manipular titulares. Pueden ocultar información. Pueden disfrazar la verdad. Pero no pueden parar algo tan simple y tan poderoso como esto: un país que ya no tiene miedo a hablar.
Gracias por decir lo que otros callan.
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