Marruecos se hace de oro gracias a la gripe aviar

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La gripe aviar vuelve a estar en todos los informativos, vuelve a generar miedo y vuelve a vaciar bolsillos… pero no los de todos. Mientras en Europa sacrificamos millones de animales, asumimos pérdidas y vemos cómo sube el precio del huevo y del pollo hasta convertirlos en bienes casi de lujo, hay alguien que está haciendo el agosto. Y lo digo tal cual: Marruecos se está haciendo de oro gracias a la gripe aviar.

Hasta hace muy poco, la mayor parte del pollo que se consumía en España salía de nuestras granjas. Y si hacía falta importar, ahí estaba Brasil, primer productor mundial, para abastecer a cualquiera. Europa tenía su orden: Reino Unido como primer productor, España como segundo. Todo funcionaba… hasta que en el verano de 2022, mientras medio continente estaba de vacaciones, la Unión Europea cambió el reglamento y autorizó la entrada de pollo marroquí.

¿La pregunta es por qué?
En Marruecos no se prohíben los antibióticos, no se controla la salmonela, y el concepto de bienestar animal allí no existe. Ni el humano, si me apuran. Y sin embargo, Europa decidió abrirles la puerta. Casualidad o no, un mes después estallaba el Morocogate: sobornos a eurodiputados y periodistas pagados por la inteligencia marroquí para que votasen a su favor. Viajes, sobres, lujos, favores. La investigación sigue abierta.

Y desde ese momento, el pollo marroquí comenzó a invadir Europa. Mientras tanto, a los granjeros españoles les hemos obligado a cambiar jaulas, invertir en medidas de bienestar animal, asumir energía cara y piensos más caros. ¿Consecuencia?
El pollo marroquí cuesta la mitad. Y el mercado, claro, se lo quedan ellos. Nos hemos regalado a Marruecos como si fuésemos su colonia nutricional.

Y hay más. Atención a la ridiculez:
La ley española obligó a cambiar las jaulas a otras más grandes y cómodas. Bien. Pero las antiguas las regalamos a Marruecos. Y ahora Marruecos engorda pollos en esas jaulas que aquí estaban prohibidas. Con antibióticos que aquí están prohibidos. Y luego nos los come­mos nosotros. Perfecto todo.

En España incluso se da la trampa de los huevos marroquíes camuflados: están prohibidos en Canarias si proceden de fuera de la península, pero si entran primero a la península y se les cambia el sello, entonces sí. Pegatina nueva y listo. Es un fraude de etiquetas que pagamos todos.

Europa lo llama ahora Mercosur, como si lo que viniera del “sur” fuese España. No, para ellos “el sur” es Marruecos. A cambio de favores, de presuntos sobres y de decisiones parlamentarias escandalosas.

Lo más sospechoso de todo es que hoy la gripe aviar está en 108 países, desde Estados Unidos hasta Australia, pasando por Canadá, Vietnam, Camboya, China y toda la Unión Europea.
¿Y en Marruecos? Oficialmente no. Ni rastro. Con sus condiciones sanitarias nefastas, ni un brote. Milagroso. O milagrosamente silenciado.

Mientras tanto, Europa no defiende a sus granjeros: defiende a Marruecos. Y encima somos nosotros quienes pagamos la fiesta. Como si no fuera suficiente con arruinarnos a impuestos, ahora también regalamos nuestro mercado, nuestra industria y nuestra soberanía alimentaria.

Esto es investigación. Y esto es lo que no verán en los medios subvencionados.

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