Dos Hermanas, Morón y otros municipios bajo sospecha: así se manipuló el voto por correo

No es solo una voz. No es una acusación al aire. Es una confesión con nombres y apellidos, y con implicaciones directas en municipios muy concretos. Durante el programa del 30 de mayo, se revelaron detalles sobre cómo se habría manipulado el voto por correo en localidades clave del PSOE andaluz, con un patrón repetido: control del censo, presión a ciudadanos vulnerables, y papeletas introducidas sin el consentimiento del votante.
Las localidades de Dos Hermanas y Morón de la Frontera fueron mencionadas directamente como centros de esta operación. En ambos casos, se trataría de bastiones históricos del PSOE, donde el aparato del partido cuenta con influencia institucional, vecinal y social. Es justo en esos contextos donde el clientelismo y la manipulación pueden operar con mayor impunidad.
Según el programa, se utilizaron datos cedidos por la Delegación del Gobierno para saber quién había solicitado el voto por correo. Con esa información, se creaban listas:
- Quién votó
- Quién no
- Quién era “reconvertible”
- Y, en palabras de la propia Leire, si no votaban: “yo metía la papeleta”.
Además, se habla de ciudadanos extranjeros a los que se les entregaban papeletas ya marcadas, aprovechando el desconocimiento del sistema o su situación de dependencia económica. También se menciona que trabajadores públicos y técnicos municipales estarían al tanto o incluso involucrados en facilitar el proceso.
¿Quién controlaba el circuito?
Todo apunta a una estructura con varios niveles:
- Delegadas del Gobierno que filtraban los censos.
- Cargos intermedios que elaboraban los listados.
- Operadores locales que “gestionaban” los sobres.
- Y figuras como Leire Díez, que no solo actuaban, sino que presumían de ello.
En Dos Hermanas, se menciona la existencia de bolsas de trabajo vinculadas a la obediencia política. En Morón, se habla de promesas de contratos y favores vecinales a cambio del voto.
El problema no es solo el fraude, es la red
Este caso no habla solo de manipulación electoral. Habla de una red de poder que controla lo institucional, lo social y lo económico. Que convierte el derecho al voto en moneda de cambio. Y que, por ahora, actúa sin consecuencias judiciales ni mediáticas.
Mientras tanto, quienes se atreven a denunciarlo desde medios independientes son los únicos que están dando voz a lo que muchos temen decir en público: que hay municipios donde la democracia es solo una puesta en escena.
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