“A mí no me tranquiliza nada que Indra se encargue del recuento electoral”

Estos días, algo empieza a romperse en el discurso oficial. En el Congreso ya se menciona a Maduro cuando se habla de Pedro Sánchez, y no es casualidad. El fantasma de la financiación venezolana planea sobre el Gobierno, y cada vez son más las voces que advierten que España se parece demasiado a Venezuela.

Tuve ocasión de hablar con Juan Carlos Girauta, eurodiputado de Vox, que lo tiene claro: lo que hay detrás no es un gobierno, sino una organización criminal enquistada en el poder.
Y su advertencia va más allá del discurso político: “A mí no me tranquiliza nada que Indra se encargue del recuento electoral.”

Girauta recordaba que en Venezuela la oposición hizo su propio recuento, demostró que Maduro había perdido… y el régimen simplemente fabricó otros resultados. En España, decía, nadie puede comprobar las actas electorales, no hay un organismo independiente que supervise las votaciones, y cada noche electoral se “cae” el sistema informático.

“Si criticamos que Venezuela no publique las actas, ¿por qué España tampoco lo hace?”, se preguntaba.

Indra está en el centro de la polémica: una empresa bajo sospecha en numerosos países que maneja el sistema de conteo electoral español, y cuyo capital está controlado por intereses cruzados del PP y el PSOE. “En esa empresa hay cosas que no me tranquilizan nada —insistía Girauta—. No me gusta quién manda ahí, ni los vínculos políticos que tiene.”

La conversación fue directa. Le pregunté si creía posible un fraude electoral en España.
Girauta respondió con prudencia, pero sin ambigüedad: “No sé si ese fraude ha existido, pero lo que sí sé es que debemos estar vigilantes. Porque si alguien lo intenta, esta vez no quedará sin respuesta.”

Y añadió una frase que resume bien el momento que vivimos:

“Estos tipos ya no se detienen ante nada. Cabe esperar lo peor de Sánchez.”

No es conspiración; es prevención. Porque cuando la empresa que cuenta los votos tiene intereses con el poder político, y el gobierno bloquea cualquier auditoría independiente, el voto deja de ser sagrado y la democracia se convierte en teatro.

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