Artistas millonarios defendiendo al corrupto: lo de siempre

Ilustración de Alejandra Svriz | The Objective
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Lo de los artistas firmando manifiestos es ya una tradición en este país… una tradición vergonzosa.

Veo la lista y me llevo las manos a la cabeza: Serrat, Miguel Ríos, Ana Belén, Víctor Manuel, Almodóvar, Rosa Montero. Gente a la que he admirado, a la que sigo respetando en lo profesional, pero que hoy se retratan en lo personal. ¿Qué virus ideológico les ha invadido la cabeza para apoyar, sin una sola crítica, al gobierno más corrupto de nuestra historia reciente?

No hablo solo de subvenciones. Algunos de ellos no las necesitan. Serrat, por ejemplo, es millonario y lo tiene bien ganado. Pero ahí está, apoyando a Pedro Sánchez como si no pasara nada. Como si no se estuvieran comprando voluntades. Como si la UCO no estuviera investigando a medio partido. Como si no hubieran imputaciones, comisiones, sobresueldos, mordidas, cuentas en paraísos fiscales y mudanzas sospechosas.

¿Qué clase de fanatismo ciega así a alguien? ¿Cómo puede una persona adulta seguir defendiendo al ladrón solo porque es de los suyos?

A mí esta gente que piensa igual a los 15 años que a los 60 me da miedo. Es fanatismo puro. Y el fanatismo, por definición, es incapaz de cambiar de opinión, aunque la realidad le reviente en la cara. Les da igual. Siguen diciendo que lo que tenemos es un “gobierno de progreso”, aunque sepamos que se financia presuntamente con dinero del narco venezolano. Y que quien lo dirige en la sombra es Rodríguez Zapatero, obediente hasta en los tonos de voz con su superior jerárquico, Nicolás Maduro.

Me consta que algunos firman por miedo a quedarse sin ayuditas. Que otros lo hacen por interés directo. Pero hay una parte —la que más me entristece— que firma porque cree de verdad en esta gente. Y eso ya no es política. Es una religión. Con líderes que no se pueden tocar, aunque lo hayan robado todo.

Los grandes dictadores del siglo XX y XXI —Chávez, Maduro, Castro— no han recibido nunca una crítica por parte de esta gente. Pero se les llena la boca al hablar de “la ultraderecha” y de “Feijóo o Abascal”. Da pena, porque ni siquiera disimulan.

Y si no nos lo tomamos en serio, acabarán gobernando ellos. Los que firman manifiestos. Los que viven en su burbuja de oro y privilegios. Los que no pisan un hospital público, pero defienden a muerte el modelo que destruye la sanidad. Los que viven de todos… para enseñarnos cómo vivir.

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