El avión que le compramos a Turquía se podría fabricar más barato en España
Algunos días uno piensa que ya nada puede sorprenderle. Pero siempre aparece un dato nuevo que demuestra que el agujero de la corrupción institucional en España no tiene fondo. El ejemplo más reciente es la compra de 45 aviones turcos por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, por un total de 3.120 millones de euros, sin licitación previa, sin concurso, sin transparencia y sin explicación técnica que lo sustente.
Lo contamos hace unos días, pero la investigación continúa y cada nueva información huele peor. Sánchez viaja a Turquía en mayo, se reúne con Erdogán y, de repente, aparece un contrato firmado para adquirir un modelo de avión del que solo existen dos prototipos en el mundo. Algo tan absurdo que roza lo insultante.
Y aún más grave: España podría fabricar ese mismo avión de entrenamiento aquí, más barato y con mayor calidad.
Así lo explica el teniente coronel Francisco Bendala, uno de los militares más respetados de este país. Cuando le pregunté directamente si esta compra olía mal, su respuesta fue contundente:
“No huele mal: apesta.”
Apesta en la forma en que se ha gestionado.
Apesta en la forma en que se ha decidido.
Apesta en el silencio cómplice de los altos mandos militares que, sabiendo lo que hay, no dicen nada.
Y apesta porque ese avión lo podríamos fabricar nosotros, con tecnología española, sin necesidad de comprar prototipos de Turquía a precio de cazabombardero.
Porque esto no es un caza sofisticado.
Es un avión básico de prácticas, una especie de avioneta evolucionada donde los alumnos de la Academia del Aire hacen sus primeras horas de vuelo. Nada más. Un aparato sencillo, barato y perfectamente replicable por nuestra industria aeronáutica.
Pero el Gobierno lo paga como si fuese un Super Hornet.
Y lo paga a Turquía.
¿Por qué?
Porque es el único país que recibe a Sánchez, como dice Bendala, a cambio de que dejemos allí miles de millones de euros.
Lo más indignante de esta historia es recordar que, mientras se despilfarran 3.000 millones en aviones de papel, a militares heridos como Pepe Candón Margarita Robles les decía que “no había presupuesto” para indemnizarles.
Tampoco hay dinero para la ELA.
Tampoco para las viudas del accidente de Manzanares.
Pero sí para financiar la agenda diplomática personal del presidente.
El teniente coronel va más lejos:
“Están siendo cómplices de algo que apesta desde cualquier punto de vista.”
Y si nadie lo denuncia, es porque el silencio en la cúpula militar se ha convertido en una forma de obediencia política.
No podemos olvidar la cifra: 3.120 millones de euros.
Y lo que implica: deuda futura, hipotecas para nuestros hijos y nietos, y un país que ya vive como si fuese el último de la fila, pagando facturas ajenas de líderes que solo se mueven cuando hay dinero de por medio.
Mientras tanto, la ciudadanía sigue recibiendo excusas, los enfermos siguen esperando tratamientos y los afectados siguen escuchando que “no hay presupuesto”.
Pero sí lo hay.
Solo que no es para ellos.
Es para lo de siempre.
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