¿Hasta cuándo vamos a aguantar? La sociedad civil ante la mafia institucional

Hay días en los que uno desearía estar equivocado. Pero este no es uno de ellos. Porque lo que está ocurriendo en España ya no es solo grave, es directamente inasumible. Mafia institucional. Persecución al disidente. Miedo como norma. Y un silencio social que da más escalofríos que el apagón provocado por Moncloa.

El 27 de mayo no se denunció un caso de corrupción más. Se desnudó una realidad que muchos prefieren no ver: no estamos gobernados por políticos, sino por una organización con todos los ingredientes de una banda criminal. Y lo peor no es que lo hagan. Lo peor es que no pasa nada. Ni una dimisión. Ni una investigación judicial inmediata. Ni una rueda de prensa con explicaciones.

Y entonces uno se pregunta: ¿Dónde está el rey? ¿Dónde está la oposición? ¿Dónde está la gente?

No es solo que se quiera silenciar a la Guardia Civil o a un juez incómodo. Es que hay voluntad explícita de destruir a quien investiga al poder, sea periodista, magistrado o funcionario público. Con amenazas, con bulos fabricados desde Ferraz, con medios públicos convertidos en burla de sí mismos, comparando a la prensa libre con nazis en horario infantil.

Mientras tanto, los que deberían actuar miran para otro lado. El rey calla. La oposición juega al congreso interno. Y los ciudadanos, entre el miedo y el hastío, prefieren bajar la cabeza y sobrevivir al siguiente escándalo. Porque siempre hay otro mayor al día siguiente. Así funciona esta máquina de triturar la indignación: nos cuecen a fuego lento.

Pero llega un punto en el que la olla explota. Y ese punto puede ser el 11 de junio. Porque ese día, jueces y fiscales darán un paso al frente. Y con ellos, deberíamos estar todos. No para hacer huelga general —no todos podemos permitírnosla—, sino para hacer algo. Lo que sea. Cacerolada. Cierre de comercios 10 minutos. Emails masivos a las instituciones. Un hashtag que arda. Lo importante no es la forma, es el grito. Es el “basta”.

Basta de miedo. Basta de tolerar lo intolerable. Basta de mirar a otro lado mientras nuestros derechos, instituciones y libertades se deshacen ante nuestros ojos.

España necesita un golpe en la mesa. Y no, no lo va a dar nadie por nosotros. Ni el rey, ni el juez, ni el partido. Solo la sociedad civil. Solo tú.