La ministra de Universidades justifica los títulos falsos: “Nosotros no pedimos títulos”

Después de lo que hemos sabido del comisionado de la DANA, nombrado por el Gobierno con un máster falso y sin experiencia real, uno esperaría dimisiones o, al menos, disculpas. Pero no. Aquí nadie dimite. Aquí se justifica el engaño.

La ministra de Universidades, Diana Morant, ha salido a defender lo indefendible. Y atención a sus palabras:
“Nosotros no pedimos títulos, sino trayectorias profesionales.”

¿Perdón? ¿Entonces para qué existen los títulos oficiales? ¿Para qué exigen a cualquier ciudadano un papel firmado si quiere acceder a una plaza pública? Pero claro, si eres del entorno político adecuado, con decir que trabajaste en algo ya vale.

Lo más grave es el mensaje que se lanza:
Mentir en el currículum ya no es un escándalo. Es un detalle.

Y no estamos hablando de cualquier cargo. El famoso comisionado de la DANA no solo infló su currículum, sino que fue colocado en un puesto estratégico, cobrando con dinero público. Todo porque era amigo de Begoña Gómez. Porque aquí la afinidad pesa más que la formación.

¿Y cuál ha sido la consecuencia? Ninguna.
Ni su nombramiento ha sido revocado, ni se ha exigido responsabilidad a quienes lo colocaron. La ministra, lejos de cesar a nadie, defiende públicamente que no hacía falta ni acreditar estudios.

Con este precedente, ¿qué impide que mañana un ingeniero, un médico o un fiscal sea nombrado por sus contactos, aunque no tenga la titulación necesaria? ¿Estamos ante el fin del mérito y la legalidad en las instituciones?

Queridos confidenciales, esto no es ignorancia. Es corrupción. Y una ministra que ampara el engaño no está capacitada para dirigir ninguna universidad.