La monarquía está vacía, y por eso está fracasando.

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Hoy me han acompañado en el programa dos voces con criterio: Julio Bronchal, perito psicólogo, y Francisco Bendala, teniente coronel en la reserva y exagente del CESID. Dos puntos de vista diferentes, una misma conclusión: la monarquía española ha sido vaciada de sentido. Y por eso está fracasando.

Julio Bronchal lo dijo sin rodeos:

“La monarquía española está vacía. Y por eso está fracasando.”

Se refería a algo más profundo que una crisis puntual. Hablaba de la pérdida de identidad. De función. De poder simbólico. ¿Qué papel juega hoy la monarquía? ¿Protege? ¿Equilibra? ¿Advierte? ¿Defiende al ciudadano cuando el poder se desboca?

Hoy, la respuesta es no. Hoy, la monarquía calla.

Y Francisco Bendala fue aún más explícito:

“El Rey Felipe VI es un rehén institucional. No puede decir nada, no puede hacer nada. Tiene que estar sometido.”

Rehén. Esa fue la palabra. Porque si el jefe del Estado no puede ejercer su papel cuando la nación está en peligro, entonces es rehén de un sistema que lo ha maniatado. Convertido en un espectador. En un símbolo mudo.

En otro tiempo, el Rey representaba la última garantía. Hoy es parte del decorado.

No lo decimos con ánimo destructivo, sino con responsabilidad. Porque seguir fingiendo que todo va bien mientras desmantelan las instituciones ante nuestros ojos es una forma de traición. A la verdad. A la Constitución. A los ciudadanos.

Y si no se reacciona, el colapso no será solo institucional. Será moral. Y definitivo.

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