«Los campamentos abertzales investigados hacían aquelarres nocturnos desnudos con niños de 8 años»

En mi programa de esta semana hablamos con el periodista Marcos Ondarra, de The Objective, sobre una investigación que está sacudiendo al País Vasco y que, sin embargo, apenas ha tenido eco en los grandes medios nacionales.
Ocurrió en Bernedo, Álava, donde durante varios años la asociación Sarrea Euskal Udalekuak organizó campamentos con menores. Según el informe de la Ertzaintza y los testimonios recogidos por The Objective, se investigan posibles comportamientos de índole sexual y humillante con niños de entre 8 y 14 años, atribuidos a varios monitores de la entidad.
Durante la entrevista, Marcos relató con detalle los hallazgos de su exclusiva periodística, basada en un informe policial y en declaraciones de las familias afectadas.
—Por ejemplo —explica Ondarra—, según la denuncia, para conseguir merendar los niños tenían que succionar un dedo del pie de un monitor.
—¿Cómo puede ser eso? —le pregunto.
—En otro caso, para poder quedarse en la piscina debían abrazar a una monitora en topless. Si no lo hacían, no podían entrar.
El informe de la Ertzaintza, al que tuvo acceso The Objective, recoge también testimonios que mencionan duchas mixtas entre monitores y menores, castigos a quienes se negaban y la organización de actividades con connotaciones sexuales.
La policía autonómica entregó el atestado al juzgado de Vitoria en septiembre de 2024, pero —según Ondarra— los campamentos siguieron celebrándose en el verano de 2025.
Actualmente, se investigan 17 denuncias por presuntos delitos contra la libertad sexual de menores.
—Marcos, ¿cómo es posible que, sabiendo esto, se permitiera seguir organizando esos campamentos? —le pregunto en directo.
—La Ertzaintza avisó a la Diputación de Guipúzcoa para que no enviara a menores tutelados, pero el resto de niños siguieron asistiendo. Las denuncias orales datan de 2021, incluso por parte de exmonitores.
Lo más inquietante es el trasfondo ideológico que, según la investigación, justificaba estas prácticas.
Los responsables del campamento no negaron los hechos sino que los contextualizaron en lo que llamaron una “educación inclusiva y de aceptación corporal”, dentro de una supuesta pedagogía de género no binaria.
—Decían que las duchas mixtas servían para que los niños no se sintieran categorizados por su género —explica el periodista—. Que estaban educando en valores transgeneristas e inclusivos.
—O sea, que detrás de la perversión había adoctrinamiento —respondo.
Según Ondarra, incluso 137 padres firmaron una carta de apoyo a los monitores, publicada en el diario Berria, agradeciéndoles “haber ayudado a sus hijos a entender que el cuerpo es un espacio político”.
Mientras unos padres denunciaban abusos, otros los justificaban como parte de una “educación alternativa”.
—Estamos hablando de padres que aplauden que su hija de 13 años se duche con niños y con monitores adultos —dice Ondarra—. Eso no es educación sexual: es irresponsabilidad.
—Y en muchos casos, abandono —añado.
Hasta ahora, nadie del Gobierno central se ha pronunciado. Ni la ministra de Infancia, Sira Rego, ni el Defensor del Menor, ni la Fiscalía.
Silencio absoluto.
Y lo mismo ocurre con la mayoría de los grandes medios, tan rápidos en condenar un cántico universitario, pero tan lentos en reaccionar ante un caso real de abusos a menores.
—Si los implicados fueran curas —comenté en antena—, esto estaría abriendo todos los telediarios.
—Exactamente —respondió Ondarra—. Pero como son monitores abertzales, hay un doble rasero mediático y político evidente.
Estamos ante uno de los casos más inquietantes de los últimos años, donde se mezcla abuso, ideología y silencio institucional.
Y mientras tanto, los niños afectados siguen sin protección efectiva ni reparación pública.
Lo que allí ocurrió —si se confirma judicialmente— no tiene nada que ver con la educación, ni con la libertad, ni con la igualdad.
Tiene que ver con el poder, con el fanatismo ideológico y con la impunidad.
Y si nadie lo denuncia, si nadie lo investiga hasta el final, el problema no son los campamentos:
el problema es un país que ha dejado de proteger a sus hijos.
¿CREES QUE ESTE GOBIERNO DEBE RESPONDER ANTE LOS CIUDADANOS?
SÚMATE A LA MOCIÓN DE CENSURA
IMPORTANTE: Debes confirmar el correo que te enviará Change.org después de firmar. Si no lo haces, tu firma no cuenta.