Los medios lo sabían… y callaron

Lo que ocurrió en Valencia no fue solo una tragedia natural. Fue una prueba de obediencia mediática. Una demostración, dolorosa, de hasta qué punto los medios están controlados, callan y miran hacia otro lado cuando lo que se juega es demasiado grande.

Durante los primeros días tras la Dana, no había ni una cámara en la zona cero. Ni una sola imagen en televisión mostrando la magnitud real de lo que había pasado. Las mismas televisiones que acuden en masa por un simple atasco o una tormenta leve, esta vez brillaban por su ausencia. ¿Por qué? ¿Quién dio la orden de mirar a otro lado?

Cristina Martín me lo dejó claro: “Todos los periodistas de los grandes medios tienen contacto directo con los políticos. Les llamaron para decirles: esto no se toca”.

Y lo más grave es que muchos obedecieron sin rechistar. Ni un solo medio quiso hablar con Cristina, a pesar de tener informes, vídeos, testimonios y datos. “Me costó dos años conseguir que alguien me escuchara”, me dijo. Dos años de silencio absoluto, mientras miles de valencianos sufrían las consecuencias de algo que se sigue sin investigar.

¿Dónde están los guardianes de la verdad? ¿Dónde está esa prensa que presume de independencia?

Mientras tanto, el periodismo de calle, el que incomoda, el que pregunta, el que va a los lugares donde no hay cobertura mediática, sigue siendo despreciado por las grandes redacciones. Se nos llama “conspiranoicos”, se nos acusa de desinformar, cuando en realidad lo único que hacemos es mostrar lo que otros ocultan.

Pero esto no es nuevo. Ya lo hemos visto antes. Con la pandemia, con las guerras, con los tratados internacionales. Y ahora también con la Dana.

La diferencia es que esta vez hay imágenes, nombres, fechas y contratos firmados. Hay un silencio que clama justicia. Y hay un pueblo, el valenciano, que merece saber qué pasó realmente.

No vamos a dejar de contarlo.