No es un documental. Es una deuda con los muertos.

Este sábado presentamos el documental sobre la Dana en los cines MN4 de Alfafar. Pero no es un estreno. No hay alfombra roja. No hay catering. No hay selfies de gala. Lo que hay es barro, verdad y deuda.

Lo que presentamos no es una producción, es una prueba. Una prueba de cómo un gobierno puede abandonar a su gente en el momento en que más lo necesita. Una prueba de cómo el relato se antepone a la realidad, incluso cuando hay cadáveres de por medio.

Este documental nació del dolor de los que allí estuvieron. De los vecinos que vieron su vida arrastrada por el agua. De los bomberos que no daban abasto. De los técnicos que denunciaban el abandono… mientras el gobierno preparaba informes para echarle la culpa a Rusia.

Sí, a Rusia. Porque en España ya no mueres por un desastre natural. Mueres por culpa de Putin, del cambio climático, del algoritmo. De cualquiera, menos de quienes no hicieron nada.

Nosotros sí estuvimos allí. Sí escuchamos. Sí preguntamos. Y sí grabamos. Porque hay algo más fuerte que la censura: la imagen. Cuando tú ves el barro, el ascensor roto, la nave industrial cerrada siete meses después… ya no hay nota de Moncloa que lo tape.

Este sábado no presentamos un documental. Saldamos una deuda. Con los muertos, con los olvidados, con los que nos escribieron en privado porque nadie más les escuchaba.

No puedo prometer que esto lo vea todo el mundo. Pero sí puedo prometer que, mientras nos quede voz, esta trinchera no se rendirá.

Nos vemos en Alfafar.