“Nunca Zapatero se ha dignado a preguntarme qué me pasa”

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Llevo semanas viendo la misma escena frente a la sede del PSOE en Ferraz. Mientras entran y salen cargos, asesores y escoltas, hay un hombre solo, de pie, sosteniendo carteles escritos a mano. Se llama José Fernández, y lleva más de 30 días en huelga de hambre. No pide dinero, no pide trabajo, no pide vivienda. Pide algo difícil en España: justicia.

José es votante del PSOE “de toda la vida”. Se plantó en la puerta del partido esperando ser escuchado por quienes dicen gobernar para los más vulnerables. Su caso es un cúmulo de abusos institucionales: procesos judiciales que él considera manipulados, detenciones que califica de ilegales, procedimientos en los que denuncia prevaricación, amaños y abuso de poder. Denunció a jueces, fiscales, policías… y, como respuesta, asegura haberse encontrado con el corporativismo absoluto.

Por eso decidió hacer algo extremo: dejar de comer.

“Yo no vengo a pedir limosna ni un puesto de trabajo. Vengo a pedir justicia y verdad.”

Durante todos estos días ha visto entrar constantemente a José Luis Rodríguez Zapatero en la sede del partido. Él lo graba. Le habla. Le suplica que, al menos, lo mire. La respuesta siempre es la misma: el silencio absoluto.

Un día, solo uno, Zapatero alzó la mano y le dijo:

“Sí, ya leí los carteles.”

Nada más. Ni una frase. Ni un “¿qué te ocurre?”. Ni un “no puedo ayudarte”. Nada.

José lo resume así:

“Nunca Zapatero se ha dignado a preguntarme qué me pasa.”

Cuando le pregunto qué ha hecho el partido después de 30 días frente a la puerta, la respuesta es demoledora:

“Nadie me ha ofrecido ni un vaso de agua.”

Añado un dato para contextualizar el contraste: el PSOE es el partido que se envuelve en la bandera de lo social, del feminismo institucional, de la igualdad, del “nadie se queda atrás”. Pero José está ahí, en el cemento frío, durmiendo sobre cartones, mientras dentro se reparten cargos, asesores, nóminas, subvenciones y cenas de catering.

Cuando le pregunto si algún periodista se ha acercado a interesarse, la respuesta vuelve a golpear:

“Lo más que hacen es darme la mano y seguir. Me dicen que no pueden cubrirlo, que hacen lo que les manda su jefe.”

José sigue allí. Solo. Adelgazando. Resistiéndose a desaparecer de una España donde, a veces, solo parece tener voz quien grita o quien tiene poder.

“Estoy protestando en la puerta de la guarida de Alí Babá.”

El PSOE, ni está ni se le espera.

Hay gobiernos que presumen de defender a la gente.
Y luego está la realidad: que si un ciudadano no sirve para una foto, no existe.

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