Ricardo Ferris gana la batalla judicial contra la fiscalía

Tres años de calvario. Así resumo lo que ha vivido mi amigo Ricardo Ferris, inspector jefe de Valencia, acusado de delito de odio por decir una verdad incómoda: que la inmigración ilegal está directamente relacionada con la delincuencia.

Durante todo este tiempo, la maquinaria del Estado ha intentado destruirle profesional y personalmente. Le apartaron de su cargo, le difamaron en medios generalistas y le sometieron a un proceso injusto. Pero hoy, por fin, la justicia le ha dado la razón.

La Audiencia Provincial de Valencia ha absuelto a Ricardo Ferris en una sentencia que él mismo define como “perfectamente argumentada y ejemplar”. La resolución desmonta la acusación de la fiscalía, que pedía años de cárcel, y reconoce que Ferris nunca instó a la violencia ni mintió en sus declaraciones públicas.

El inspector jefe jubilado recuerda que sus palabras fueron tergiversadas por medios como Telecinco y El País, contra los que presentó demandas. Telecinco ya fue condenada a rectificar públicamente, aunque lo hiciera a las 6:26 de la mañana, en una franja con apenas audiencia. El caso contra El País sigue pendiente.

Ferris no oculta que la victoria es “agridulce”:

• Perdió su puesto en la policía tras la persecución política.
• Ha sufrido la humillación de ser apartado y presionado para jubilarse anticipadamente.
• Pero la sentencia marca un precedente que puede beneficiar a otros, como el padre Custodio, perseguido por causas similares.

El caso Ferris demuestra cómo funciona la censura institucional en España: se intenta silenciar a quien dice la verdad con datos oficiales, acusándole de odio. Pero también demuestra que aún quedan jueces valientes capaces de hacer justicia.

A Ricardo Ferris le han querido destruir, pero ha ganado. Y lo ha hecho con la ley en la mano.

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