Sánchez quiere poner a su gente en las empresas del IBEX para colocar a los suyos y financiarse

Pedro Sánchez / EFE
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España vive hoy un proceso silencioso pero profundo: el intento del poder político de colonizar el poder económico. No es una frase retórica. No es una sospecha. Es lo que denunció esta semana Miguel Ángel Pérez, periodista de investigación, en este mismo programa: “El PSOE quiere controlar las grandes empresas del Ibex. Y ya han empezado por Repsol.”

No hablamos de especulaciones. Hablamos de una estrategia con precedentes, con nombres y con método. Según Pérez, el objetivo del Gobierno de Pedro Sánchez es colocar a personas afines en los consejos de administración de compañías estratégicas, empezando por el sector energético. Ya ocurrió con Indra. Ahora quieren repetirlo con Repsol.

¿Cómo se ejecuta un plan así?

El mecanismo es conocido. Primero, se demoniza públicamente a las empresas: que si son codiciosas, que si no colaboran con la transición ecológica, que si especulan con los precios. Después, se introduce la idea de que el Estado debe intervenir “por el bien común”. Y finalmente, se usa el poder institucional para influir en las estructuras de decisión de esas empresas.

Miguel Ángel fue claro: “Lo están intentando. No solo con Repsol. También con eléctricas, con banca, con telecomunicaciones. Porque si tú controlas el Ibex, tú controlas España.”

Lo vimos —como recordé en directo— en Venezuela, en Bolivia, en Nicaragua. Se empieza interviniendo empresas con argumentos sociales. Se acaba con un entramado económico dominado por el poder político, sin independencia ni competitividad.

Y en medio, los medios callan. Se distrae a la opinión pública con otras polémicas. Se justifica el intervencionismo con discursos progresistas. Y mientras tanto, se blanquea un proceso que dinamita la separación de poderes fácticos.

¿Qué está en juego?

Repsol no es solo una empresa energética. Es una de las palancas económicas de este país. Su independencia estratégica no es un capricho liberal: es una cuestión de soberanía económica. Si el Gobierno la controla, podrá decidir políticas energéticas, condicionar inversiones, vetar a críticos y premiar a aliados.

Pérez lo dijo sin rodeos: “Van a por todo el núcleo duro del Ibex.” Lo que buscan es poder estructural. No les basta con ganar elecciones: quieren eliminar cualquier resistencia desde el mundo empresarial.

Y es aquí donde debemos preguntarnos:
¿Quién vigila al poder cuando también controla el dinero?
¿Dónde están los contrapesos si el Gobierno influye en empresas, medios, jueces y reguladores?

Lo dije en directo y lo repito aquí:
“Si el poder político controla el poder económico, no hay contrapesos. Y sin contrapesos, no hay democracia.”

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