53.000 € de dinero público para el etarra más sanguinario

Bienvenidos, confidenciales. No podemos normalizar lo que no es normal.

De una parte de España, lo que ahora llaman Euskadi, huyeron 180.000 personas. No lo hicieron por gusto, sino porque las mataban o extorsionaban por pensar diferente. Huyeron de una banda terrorista, ETA, y de sus cómplices políticos, el PNV, que siempre recogía los frutos de aquel terror.

Hoy esa herida vuelve a abrirse. Mikel Antza, jefe de ETA entre 1992 y 1999 —cuando se asesinó a Miguel Ángel Blanco y se secuestró a Ortega Lara—, cobra 53.000 € al año de la Diputación de Vizcaya.
¿Quién se lo paga? El PNV.

Este hombre, que jamás se arrepintió, cumplió solo doce años de condena en Francia y ahora posa de intelectual, tiene un programa de radio subvencionado con dinero público. Lo presenta con su nombre, sin ocultarse, con el beneplácito de una institución que debería representar a todos los vascos, no a los verdugos.

La presidenta de la Diputación, Elisabeth Echanobe, ha decidido premiar al exjefe de ETA con un altavoz pagado por todos. Un asesino convertido en tertuliano.
Mientras tanto, las víctimas siguen sin reparación, y los que tuvieron que huir del País Vasco no pueden volver a su tierra porque el odio sigue ahí, disfrazado de cultura.

En esta sociedad enferma, como advirtió el cineasta Iñaki Arteta, se ha impuesto el olvido. Se blanquea al terrorista y se ignora al inocente. Se entregan premios a películas que humanizan al asesino y se silencian los testimonios de las víctimas.

Y todo esto con dinero público.
El mismo dinero que debería servir para reparar el daño, se usa ahora para reabrir las heridas.

No, confidenciales, no podemos permitirlo. No podemos creer que esto sea normal.
Porque nunca será normal lo que no lo es.

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