Nos han robado la soberanía. Y lo han hecho desde dentro

Hoy he tenido en el programa a dos personas valientes. Que dicen las cosas como son. Que no le tienen miedo a nadie.
Guillermo Rocafort, doctor en Economía, y Álvaro de Marichalar, empresario y campeón del mundo. Ambos coinciden en una idea escalofriante: la soberanía española ya no existe. Y no solo eso. La hemos entregado voluntariamente.
Rocafort lo resumió así: “La pérdida de soberanía comenzó cuando España entró en la OTAN y en la Unión Europea. Sánchez simplemente ha terminado el trabajo”. Lo dice con claridad. Sin matices. Porque es la verdad.
Desde Bruselas se dictan las normas, desde Berlín se diseña la economía, y desde Washington se orienta la política exterior. ¿Y aquí? Aquí se aplica sin rechistar. O peor aún: con entusiasmo. Porque eso es lo que hace Sánchez. Vender España a trozos. Al mejor postor.
Hablamos del desmantelamiento del poder judicial, de cómo Bolaños intenta colonizarlo con jueces afines. Hablamos del chantaje permanente de los separatistas, que ya exigen su propio Consejo General del Poder Judicial catalán. Hablamos de un gobierno que está dispuesto a regalarlo todo para mantenerse en el poder.
Álvaro de Marichalar lo vivió en carne propia. Fue apaleado por los Mossos d’Esquadra por sostener una pancarta que decía “Stop 3 %”. Denunciaba la corrupción. Y el separatismo le respondió con violencia institucional. “Me inyectaron adrenalina para provocarme un infarto”, nos dijo. No es una metáfora. Es literal.
España ya no decide sobre su justicia, ni sobre su seguridad, ni sobre su política fiscal. Han vendido hasta la Agencia Tributaria”, denunció Rocafort. “Es una organización que practica el terrorismo fiscal, que no se somete al Estado de derecho y que actúa al servicio del poder político”. Asegura que no se dedica a perseguir el fraude real, sino a arrasar a los autónomos y críticos del sistema. “Esto no pasa ni en Ruanda Burundi”, dijo. Y remató: “Lo mejor que podríamos hacer es disolverla
Hablamos de jueces domesticados, inspectores de Hacienda premiados por destruir vidas, y medios públicos convertidos en panfletos gubernamentales. España, una nación histórica, reducida a un cortijo ideológico al servicio de un proyecto globalista que ni entendemos ni hemos votado.
Y si dices esto, eres “ultra”. Si lo denuncias, te persiguen. Si lo documentas, te silencian.
Pero aquí seguimos. Contándolo. Porque no nos callan. Porque este programa no está a sueldo de nadie. Porque mientras nos quede voz, seguiremos gritando: España no se vende.