Patea la cabeza a una mujer… y en horas está en la calle

Lo que hemos visto en Parla es tan grave como cotidiano. Un hombre, con múltiples antecedentes, agrede brutalmente a una mujer de 51 años. Le roba el bolso y, por si fuera poco, le patea la cabeza. Queda todo grabado. El tipo es detenido… y al poco tiempo está otra vez en la calle.
Sí, es magrebí. Sí, está en situación irregular. Y sí, podría haber sido expulsado. Pero no. Como siempre, no. ¿Por qué?
Lo pregunto en serio. ¿Por qué alguien violento, reincidente y sin papeles, que pone en peligro la vida de los demás, no solo no está en prisión provisional, sino que además ni siquiera se le deporta? ¿En qué clase de país vivimos?
Mi amigo Alfredo Perdiguero, inspector de policía, lo tiene claro: los jueces no valoran la reiteración delictiva, ni los antecedentes, ni la agresividad, ni nada. Solo miran si hay lesiones leves, si el robo fue de 70 €, si no hay arma blanca… y a la calle. Así, cada día.
Lo peor es que la policía hace su trabajo. Le detiene. Le identifica. Le pone a disposición judicial. Pero ahí se rompe el sistema. Entró por una puerta del juzgado… y salió por la otra.
El mismo país donde Dani Alves estuvo casi dos años en prisión por una presunta agresión sexual (de la que luego fue absuelto), deja en libertad a un tipo que ha quedado grabado pateando la cabeza a una mujer.
Y luego nos extrañamos de que la gente pierda la fe en la justicia.