«Los servicios de información me espían y me graban» Luis Mª Pardo

Bienvenidos, confidenciales. Gracias por estar ahí, por escuchar y por no tragarse la primera mentira oficial que aparece en televisión. Hoy quiero hablar claro: España ya no es un estado de derecho, es un estado policial. Y no lo digo solo yo; anoche lo dijo Nacho Cano en Antena 3, en prime time, y eso pasará a la historia. Dijo textualmente que estamos “jodidos” porque nos gobierna una organización criminal. Yo llevo cuatro años denunciándolo en este programa. Ahora, por fin, la verdad se abre paso en un medio generalista.

Pero lo de ayer tuvo un capítulo más. Y lo vivió en carne propia mi amigo y colaborador Luis María Pardo, abogado de Justitia Europa y acusador en la causa contra Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez. Al salir de los juzgados de Plaza de Castilla, Pardo fue seguido, grabado y acosado por una mujer que daba el perfil de los servicios de información.

Él lo relató con precisión: notó la sombra detrás, se detuvo en seco, la encaró, y ella fingió entrar en un banco inexistente mientras sujetaba el móvil con el que estaba grabando cada palabra. No era imaginación: lo estaban siguiendo a dos metros de distancia y registrando sus conversaciones privadas.

Luis María Pardo fue guardia civil durante 12 años. Sabe perfectamente cuándo le siguen y qué perfil tiene un agente de inteligencia. No hay duda. Y lo grave es que hablamos de un abogado que ejerce la acusación popular en una causa contra la esposa del presidente. ¿Qué significa esto? Que estamos en un país donde los servicios del Estado se utilizan para vigilar, intimidar y amedrentar a quienes investigan al poder.

Lo he dicho muchas veces: aquí no hablamos de corrupción aislada, sino de una mafia política enquistada en las instituciones. Y lo que vivió ayer Pardo lo confirma. Que se persiga y grabe a un abogado por cumplir con su deber es la definición misma de un estado policial.

Por eso lo digo alto y claro: nos están vigilando, persiguiendo y acosando. No solo a los que hablamos en los medios, también a quienes se atreven a denunciar en los tribunales. Y si callamos, esto irá a peor.

Hoy más que nunca toca abrir los ojos. España no merece ser convertida en una cloaca.

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