LA POLICÍA rompe con el GOBIERNO

Imagen generada digitalmente. Recreación ilustrativa de la situación descrita.
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He recibido testimonios de primera mano de policías nacionales heridos durante los disturbios en la Vuelta Ciclista a España. Veintitrés agentes resultaron hospitalizados y varios más sufrieron lesiones que podrían haber sido evitadas si sus superiores hubieran actuado con responsabilidad. Lo que me cuentan es estremecedor: fueron enviados sin material, sin escudos, sin protección adecuada, uno contra trescientos radicales.

Les arrojaron vallas, cascotes, conos, botellas y latas de cerveza. Los rodearon, los golpearon y, cuando esperaban poder cargar contra los violentos, la orden fue clara: no se podía cargar. El resultado fue que los agentes tuvieron que replegarse hacia Atocha, humillados, mientras los antisistema les grababan y se reían en su cara.

Un policía que acaba de salir del hospital me escribió:

«Amigos, acabo de salir del hospital, pero seguramente pida la baja de la unidad. Ya está bien. Se han ido casi todos los veteranos y todo es política. Que maten, que revienten a un policía, les da igual. Un desastre y un ridículo internacional.»

¿Quién responde de esto? El ministro Marlaska, el delegado del Gobierno en Madrid o los mandos policiales que obedecen al poder político a cambio de ascensos y favores. Como ya ocurrió en el caso del “Puma 70” en 2014 —un inspector casi asesinado en los disturbios del 15M, al que apartaron en lugar de condecorar— los héroes son apartados y los jefes sumisos son premiados.

Lo hemos visto con nombres y apellidos:

  • Alberto Carva, responsable del operativo en Ferraz, ascendido tras servir al Gobierno.
  • Jesús María Gómez, que hizo la vista gorda en el “Delcygate” y fue recompensado como jefe superior de Policía en Canarias.
  • Francisco Javier Cuesta, testigo complaciente de la llegada de 40 maletas en Barajas, premiado con un destino en Níger.

Esto no es un Estado de derecho. Es un sistema mafioso en el que los que obedecen se colocan en puestos clave y los que cumplen con su deber acaban marcados de por vida.

Desde aquí digo con claridad: España vive un ridículo internacional. La imagen que hemos dado con la Vuelta Ciclista es la de un Estado fallido, incapaz de garantizar la seguridad de un evento deportivo internacional. Si el Gobierno prefiere quedar bien con radicales propalestinos o con Bildu antes que proteger a sus propios policías, ya no hablamos de errores, hablamos de traición.

Yo me pregunto: ¿quién protege a quienes nos protegen?

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Un comentario

  1. Buenos días,

    he oído la editorial y al igual que en otros programas se destacan las quejas de la policía respecto a los sucesos de la Vuelta ciclista a España. Incluso manifiestan su abandono de la unidad.

    Solo quiero decir que me parece una cínica actitud, debido a las actuaciones que provocaron lesiones a ciudadanos honrados en Ferraz y recientemente en Alcalá de Henares. De lo ocurrido en Ferraz fui testigo presencial.

    Entiendo que si justificaron su actitud por recibir órdenes, ahora deberían ser coherentes también. O haber abandonado cuando recibieron órdenes por cargar contra personas inocentes.

    Lo que ocurre es que cuando les toca a ellos, entonces se quejan. Es sectarismo.

    Saludos.

    Pilar

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