China, el laboratorio del control total

Compártelo:

Hace unos años, hablar de control social sonaba a distopía. Hoy, basta con mirar hacia China para saber que esa distopía ya existe… y que Occidente está tomando apuntes.

En este programa, conversé con Sandra Flores, analista en geopolítica y relaciones internacionales, que lo explicó con una lucidez que debería preocuparnos:

“El totalitarismo del siglo XXI no necesita tanques, necesita datos.”

Y así es.
China ha convertido la vigilancia en una forma de gobierno.
Cámaras con reconocimiento facial en cada esquina, sistemas de crédito social que premian o castigan conductas, censura total en redes y control digital de la economía.
No se trata solo de un país autoritario, sino de un modelo exportable que ya se está implantando, de forma silenciosa, en democracias occidentales.

Europa lo llama “seguridad”.
Los organismos internacionales lo disfrazan de “protección sanitaria” o “lucha contra la desinformación”.
Pero el resultado es el mismo: menos libertad, más control.

Sandra Flores advirtió que muchas de las medidas adoptadas en España durante los últimos años —desde el pasaporte sanitario hasta el control digital de contenidos en plataformas— replican estrategias chinas, aunque con otro nombre y otro envoltorio.
Y lo más grave es que la ciudadanía lo acepta, siempre que el control venga acompañado de comodidad: reconocimiento facial en aeropuertos, pago sin efectivo, vigilancia “por seguridad”…
El problema es que cada dato que cedemos voluntariamente se convierte en una pieza más del mapa de nuestra sumisión.

China no ha invadido el mundo con ejércitos, lo está conquistando con chips, algoritmos y deuda.
Controla puertos, energía y telecomunicaciones. Financia infraestructuras y compra voluntades políticas.
Y lo hace con la frialdad de quien no necesita disparar una sola bala.

Cuando hablo de esto, algunos se ríen.
Dicen que exagero, que eso aquí no puede pasar.
Pero lo cierto es que ya está pasando.
Cada vez que aceptamos que una máquina nos identifique, que una red social censure, o que un Gobierno decida qué información es “segura”, estamos dando un paso más hacia el modelo chino.

No hace falta un dictador para perder la libertad.
Basta con una sociedad distraída, cómoda y conectada.

Por eso, mientras muchos aplauden la digitalización sin condiciones, algunos seguimos insistiendo en algo tan simple como urgente:
sin privacidad, no hay libertad.
Y cuando el control se vuelve invisible, la obediencia se vuelve natural.

💬 Tu opinión cuenta: participa en los comentarios

¿CREES QUE ESTE GOBIERNO DEBE RESPONDER ANTE LOS CIUDADANOS?

SÚMATE A LA MOCIÓN DE CENSURA

IMPORTANTE: Debes confirmar el correo que te enviará Change.org después de firmar. Si no lo haces, tu firma no cuenta.

Suscríbete ahora para no perderte nada

Recibe cada semana las noticias que otros prefieren ocultarte.

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Compártelo:

Más noticias

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.