Mensajes de los Confidenciales: cuando la verdad solo circula de persona a persona
Cada día ocurre algo que ninguna redacción convencional entiende: llegan mensajes de personas que no se limitan a opinar, sino que aportan información. Les llamamos Los Confidenciales.
No son fuentes anónimas en despachos oscuros.
Son ciudadanos que están cansados de que se les ignore.
Hoy, los mensajes decían cosas como:
“España tiene un presidente que nunca ganó las elecciones. Se las robaron.”
Otro resumía el sentir de muchos:
“Menos funerales de postureo y más prevención.”
Desde Polonia escribió un español que nos escucha desde fuera:
“Gracias por informar. Lo que está pasando en España es un despropósito.”
Y hubo quien fue directo al núcleo del problema judicial:
“Esa jueza no va a investigar la negación de auxilio.”
Otros miran a la Corona con decepción:
“Los reyes están muy decepcionados. Lo mejor de España son los ciudadanos.”
Y un espectador lanzó una advertencia que debería ponernos en alerta:
“Los argentinos tardaron cien años en despertar. Esperemos que a nosotros no nos pase lo mismo.”
Todos estos mensajes tienen algo en común: no buscan likes. Buscan verdad.
Vienen de personas que han vivido en primera persona la incompetencia institucional, la manipulación política, el abandono en emergencias, el silencio de los grandes medios.
Y cada noche me demuestran que este proyecto no se sostiene por publicidad ni por subvenciones.
Se sostiene porque miles de ciudadanos están diciendo:
“Nosotros también queremos contar lo que vemos.”
Los políticos presumen de transparencia.
Los Confidenciales la ejercen.
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