El negocio sexual de la familia de Begoña Gómez

Llevamos tres años informando desde esta trinchera. Aguantando presiones, amenazas, y risas desde las redacciones subvencionadas. Nos llamaron locos cuando contamos lo que había detrás de las saunas de la familia de Begoña Gómez. Hoy ya no se ríe nadie.
En Castillón Confidencial hemos contado muchas cosas sobre esas saunas. Sabíamos que no eran lugares de “relax”. Allí se ejercía la prostitución, se explotaba a mujeres y a hombres, y —según nos relatan testigos directos— había tolerancia con el tráfico de drogas, si no complicidad.
Esta semana hemos traído a alguien que lo vivió desde dentro. El periodista Javier Negre. Se infiltró en una de esas saunas en 2018, la más famosa de todas, en la calle San Bernardo de Madrid. Entró con una cámara oculta. Se hizo pasar por cliente. Se desnudó, se envolvió en una toalla, y lo vio todo. Todo.
Una red de prostíbulos gestionada por la familia de Begoña
Negre lo cuenta con claridad: el imperio lo fundó Sabiniano Gómez, padre de Begoña. Llegó a tener más de 15 locales en Madrid y Toledo. Cuando Pedro Sánchez se postula para liderar el PSOE, le pide al suegro que se aparte. Sabía que ese negocio podía estallarle en la cara. Y así fue.
Sabiniano cedió el control a sus otros hijos, pero siguió teledirigiendo desde la sombra. Y en medio de todo esto, aparece ella: Begoña Gómez. ¿Cuál era su papel? Según los testimonios recogidos por Negre, era la contable. Encargada de los pedidos, de la caja, de las cuentas. Sabía perfectamente lo que allí pasaba.
Negre relata escenas de prostitución directa dentro del local. Chicos rumanos ofreciendo favores sexuales por 15 euros. “Escoria social”, dice él, víctimas y clientes, gente al margen de todo. El local estaba en condiciones infrahumanas, lleno de hongos, humedad, suciedad. Y seguía funcionando.
Solo se podía pagar con tarjeta en el bar. El resto, en B. Negre sacó un ticket con el nombre de la empresa y pudo tirar del hilo: las sociedades vinculadas a los Gómez, los hermanos, los locales. Todo conectado.
Cámaras ocultas, chantajes y droga tolerada
Pero esto va más allá de lo sexual. Villarejo lo contó hace tiempo: en algunos de esos locales se colocaron cámaras ocultas con permiso del dueño. ¿Para qué? Para grabar a jueces, políticos, empresarios en situaciones comprometidas. Luego venía el chantaje. El intercambio. El “o me das esto, o lo hago público”.
Los porteros controlaban la entrada y, según los testimonios recogidos por Negre, también facilitaban el tráfico de droga. Cocaína, porros… lo habitual en ese tipo de locales. ¿Lo sabían los dueños? No solo lo sabían. Lo toleraban. Lo permitían. Porque les beneficiaba.
¿Y todo esto con qué dinero se pagaba? Con dinero negro. Con explotación. Con chantajes. Con favores a policías para que miraran hacia otro lado.
La hipocresía socialista en su máxima expresión
Lo más delirante de todo esto es que el partido que presume de feminismo y que quiere abolir la prostitución en España… ha financiado su ascenso político con dinero proveniente de la prostitución. Porque sí, como relata Negre, la famosa casa de Pozuelo donde vivían antes de Moncloa fue un regalo de Sabiniano a Begoña. Pagada, según quienes lo conocen, con el dinero de las saunas.
Y todo esto lo saben. Por eso Begoña ha desaparecido de Televisión Española. Hay orden de no sacar nada. Censura preventiva. Silencio sepulcral.
¿Y ahora qué?
Aquí ya no se trata solo de moral. Se trata de legalidad. De justicia. De saber si ese dinero negro sirvió para financiar las primarias de Pedro Sánchez. De saber si este es el verdadero origen del poder de Moncloa. Y de si alguien va a investigar de una vez esta red de corrupción, sexo, droga y chantaje.
Nosotros seguiremos investigando. Porque la verdad, aunque duela, merece ser contada.
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