Cómo se captó a los dirigentes de Batasuna en las saunas del suegro de Sánchez

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Durante los años de Zapatero, el Estado desarrolló una estrategia silenciosa para debilitar a Batasuna. No fue en los juzgados. Ni con detenciones. Fue con inteligencia. Y más concretamente, en los locales del suegro del presidente del Gobierno.

Las saunas gays de Sabiniano Gómez no eran solo lo que parecían. Funcionaban, en realidad, como centros de escucha e infiltración. Ahí se vigilaban conversaciones, se identificaban dirigentes de la izquierda abertzale que vivían en Madrid o venían de visita. Algunos de ellos, repito: dirigentes, no militantes de base.

Con cámaras y micros ocultos, en colaboración con la UCAO de la Policía, se les grababa. Y con esas imágenes, algunos accedían a colaborar. Eran chantajeados o presionados para convertirse en confidentes. Y algunos lo hicieron. Así se tejió una red de información que permitió al Estado anticiparse a ciertos movimientos políticos y, en algunos casos, controlar la evolución de determinadas plataformas tras la ilegalización de Batasuna.

Esta operación no se hizo desde un despacho ni en una comisaría. Se hizo entre jacuzzis, saunas de vapor y reservados. Y la fuente de todo: Sabiniano Gómez. Que, a cambio, mantuvo abiertos sus negocios sin apenas inspecciones ni controles. Esa fue la moneda de cambio.

Todo esto lo contamos porque está contrastado, investigado, y porque ninguna fuente oficial se ha atrevido a desmentirlo. El silencio es muy elocuente cuando uno levanta la alfombra del poder.

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