EDITORIAL «La UCO investiga supuestas cuentas de Begoña Gómez en Dominicana»

Gracias, confidenciales, por seguir ahí, incluso en agosto. Algunos con sombrilla, otros en plena trinchera, pero todos firmes. Y hacen bien, porque este Gobierno, como ya advertimos, guarda sus peores fechorías para el verano. Y una vez más, ha vuelto a ocurrir.
La última decisión del Consejo de Ministros es un hachazo directo a la libertad de prensa. Mientras se van de vacaciones, activan una nueva ley que han maquillado como una herramienta de “transparencia”, pero que no es más que otro instrumento de control. La llaman “registro estatal de medios”, y la venderán como progreso, pero no se engañen: es censura.
Óscar López, el ministro de Transición Digital, lo explica con voz templada, como si esto fuera un avance democrático. “Es por transparencia”, dice. “No es el Gobierno, es la CNMC”, insiste. ¿Y quién preside la CNMC? Una mujer que trabajó en presidencia con Iván Redondo. Más control del Ejecutivo, maquillado de independencia. Es una burla.
Y lo repito bien claro: esto no es una orden de Europa. Es falso. La directiva europea protegía a periodistas de ataques externos. Esto es justo lo contrario: un ataque interno para silenciarnos. Si no registras tu medio como ellos quieren, multas. Sanciones. Amenazas.
¿Y cómo funcionan ya las ruedas de prensa de Sánchez? Solo permiten dos preguntas: una a Radio Nacional, otra al periódico Última Hora. Cuando va al Congreso, el jefe de prensa reparte el micrófono solo a los periodistas “amigos”. Los que preguntan lo que toca. Los que incomodan, fuera. ¿Para qué se hicieron periodistas el resto? ¿Para preguntar si el ministro ha dormido bien?
El señalamiento desde el poder es constante. Nos insultan, nos ridiculizan, nos intimidan. ¿Y qué hacemos nosotros? Lo que hemos hecho siempre: informar. Por eso han inventado la “leyña” —porque es una leña a la libertad—. Y no se engañen: esta ley solo llega ahora porque tienen miedo. Porque la esposa del presidente está contra las cuerdas, el fiscal general en la cuerda floja, y el hermano de Sánchez también salpicado.
Y por eso hoy les hablo de ella. Porque esta ley se llama como ella: la ley Begoña.
Sí, hay equipos de la UCO, la Unidad Central Operativa, investigando a Begoña Gómez, la esposa del presidente. La están investigando por sus negocios y sus cuentas corrientes en República Dominicana. Y lo que les voy a contar es real: Begoña Gómez utiliza pasaporte diplomático.
Está imputada. Y aun así, pasaporte diplomático. No es inusual, dicen, porque a los familiares del presidente se les da esa licencia. Vale. Pero se les da para viajar en vacaciones, en visitas culturales, no para hacer negocio. No para ganar dinero. Y desde luego, no para usar aviones Falcon cuando le apetece, como hace ella.
Sí, el pasaporte diplomático lo tienen el rey, los ministros, altos cargos… Pero ¿para qué lo necesitaba ella? ¿Para qué tantos viajes a República Dominicana? ¿Por qué usó aviones militares sin control parlamentario? ¿Por qué llevó valija diplomática sin supervisión aduanera?
Y aquí viene lo grave: según mi información, visitó el Banco Caribe, en Santo Domingo. Un banco dentro del Carrefour. Sí, como lo oyen. Y ese banco forma parte de los 500 utilizados por la trama de Coldo, Santos Cerdán y Ábalos para sus mordidas. ¿Usó Begoña la misma cuenta? ¿O una distinta? Eso es lo que está investigando ahora mismo la UCO.
Viajes secretos. Recursos públicos. Aviones militares. Pasaporte diplomático. Para sus negocios, no para asuntos del Estado. Todo esto es lo que se está estrechando en torno a ella.
Y si esta ley se aprueba, no podremos contarlo. No podremos informar. Tendremos que buscar un plan B. O irnos de nuestro país. Lo cual sería infinitamente más triste.
Por eso seguimos aquí. Por eso ustedes también están aquí. Gracias por resistir.
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