EDITORIAL: «El agresor magrebí con careta de Batman de Torre Pacheco es un narco marroquí»

Lo dije ayer y lo repito hoy: lo de Torre Pacheco no fue un altercado puntual. Fue una operación organizada, con objetivos claros, y con mucho más detrás de lo que nos han querido contar.

¿Recuerdan al agresor con careta de Batman y bate de béisbol? Pues ya sabemos quién es. Se trata de un narcotraficante marroquí, fichado por los servicios de inteligencia españoles. No vive en Torre Pacheco. Alguien lo llevó hasta allí. ¿Para qué? Para organizar grupos violentos, azuzar a jóvenes magrebíes, provocar caos y agredir a todo aquel que no fuera policía o periodista. Al resto, palos.

Y lo más grave: la Guardia Civil lo identificó. Incluso fue interrogado. ¿Por qué no se sabe su nombre? ¿Por qué los medios callan? ¿Por qué solo se señala a un supuesto ultra con careta y vínculos con Vox, mientras se protege al verdadero organizador del caos?

Según nuestras fuentes, la directora general de la Guardia Civil ha dado orden de no difundir su identidad. ¿Por qué? ¿A quién protege?

Este narco no actúa solo. Trabaja para otro capo marroquí, aún más importante, que lleva años operando en España sin que nadie le moleste. Reclutan jóvenes, les dan droga, máscaras, pasamontañas, bates de béisbol, y los lanzan al conflicto. No es casual. Es deliberado.

En un vídeo en árabe, el propio agresor da las órdenes a sus hombres:

“Aquí seguiremos. Esto ya es nuestro. Al ataque contra cualquiera. Si viene la prensa, decid que respetamos a todos. A la policía no se la toca. No nos conviene.”

¿Esto es espontáneo? ¿Esto es un altercado de barrio? No. Es una operación dirigida para generar caos. Y mientras tanto, algunos medios se apresuran a culpar a la “ultraderecha”, como ya hicieron en la Dana de Valencia. Manipular el relato, desviar la atención.

Lo repito: el responsable de Interior ha sido denunciado por prevaricación y dejación de funciones. Y no es para menos. ¿Quién permite que un narco actúe con total impunidad? ¿Quién decide mirar hacia otro lado?

Aquí seguiremos, sí. Porque esto ya no es suyo. Es nuestro deber contarlo.