Felisuco: “En el Congreso me di cuenta de que estaba rodeado de incapaces”

Hay pocas voces en el mundo artístico que se atrevan a hablar con claridad sobre la política española.
Hoy he querido recuperar una conversación que deja al desnudo lo que muchos sospechamos: que el Congreso de los Diputados se ha convertido en un teatro de mediocres.
Y quien lo dice no es un analista, ni un tertuliano airado, sino alguien que ha estado allí dentro.
Un actor, cómico y exdiputado que ha visto de cerca el nivel real de quienes gobiernan nuestro país.
Félix Álvarez, conocido por todos como Felisuco, fue el primer cómico profesional que llegó al Congreso.
Y lo que vivió allí no da precisamente risa.
“Llegué con síndrome del impostor”, me contó.
“Pensé que estaba entre la élite política de España. Pero en dos semanas me di cuenta de que estaba muy por encima de la media de la gente que me rodeaba”.
Felisuco recuerda que muchos diputados ni siquiera sabían qué era una PNL (Proposición No de Ley), ni entendían cómo funcionaba el reglamento de la Cámara.
“Yo me lo estudié antes de entrar, por respeto a los españoles que representaba. Pero la mayoría no tenía ni idea. Era vergonzoso”.
También habló de los privilegios y excesos: menús a 8 euros, dietas de 3.000 euros en taxis, viajes inventados para pasar el fin de semana pagado en otra ciudad.
“Era un gasto excesivo, y con muy poco control. Bastaba con escribir que ibas a una reunión, y nadie comprobaba nada.”
Cuando le pregunto por la cancelación política, no duda:
“Después de dejar la política, hubo compañeros que se negaron a trabajar conmigo en el teatro solo por haber sido de Ciudadanos.
Productores que me decían: ‘Si está Felisuco, yo no participo’.
Gente con la que hice giras por toda España. Me dieron la espalda.”
Lo llama por su nombre: sectarismo ideológico.
“La izquierda es mucho más sectaria. Aquí no hay pluralidad: si opinas distinto, eres fascista, machista u homófobo.
Y encima quieren que te calles.”
Felisuco ha vuelto a los escenarios con su espectáculo “Un payaso en el Congreso”, un título que, como él mismo dice, tiene doble sentido: “Lo usaban contra mí, pero ahora el Congreso está lleno de payasos.”
Y no le falta razón.
España vive una época en la que la política se ha convertido en una banda de macarras sin sentido estético, donde roban sin pudor y sin clase.
Mientras tanto, los que se atreven a decirlo son los verdaderos apestados.
Pero hay que decirlo.
Porque cuando el Parlamento parece un circo, los payasos de verdad son los que más dignidad conservan.
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