Hortaleza: cuando la ley del menor protege al agresor y olvida a la víctima

En Hortaleza, Madrid, una menor de 14 años denunció haber sufrido una agresión sexual. El presunto responsable es un joven de origen marroquí residente en un centro de menores no acompañados (MENAs). Los vecinos escucharon los gritos de la víctima y alertaron a la policía, que procedió a la detención.

El inspector de policía Alfredo Perdiguero explicó en este programa que ni la prensa ni la propia policía pueden acceder a los antecedentes de un menor: “En cuanto detenemos a un menor por un hecho delictivo, pasa al GRUME y no sabemos más. No tenemos acceso a su historial ni a las penas que se le puedan imponer.”

Perdiguero denunció además que la Ley del Menor, vigente desde el año 2000, está desfasada y genera impunidad: “Un adulto recibiría 15 años de cárcel por un delito así. Un menor, en cambio, puede quedar con 6 o 7 en un centro tutelado, y muchos reinciden.”

El inspector también criticó el tratamiento informativo de estos casos: “La prensa oculta la nacionalidad del agresor, oculta que vivía en un centro de MENAs. Eso es vergonzoso.” Y recordó el caso de una joven en Las Palmas, quemada gravemente por otro inmigrante en situación irregular, del que apenas se habló en los medios.

Lo que vivimos en Hortaleza es mucho más que un hecho puntual. Es la constatación de que en España se protege más al delincuente que a la víctima.

Mi compañero José Luis Rancaño lo expresó con palabras que merecen ser subrayadas: “Querida niña, te pedimos perdón porque para los fariseos serás invisible. No tendrás nombre ni voz. Para ellos no existes.”

Y María Ángeles Rosado, madre además de agricultora y exdiputada, planteó la contradicción con una lógica aplastante: “Si mi hija de 14 años se escapara a Alemania, pediría a Interpol que me la devolviera. ¿Por qué entonces los menores que llegan a España no se devuelven a sus familias? Un menor debe estar con sus padres, no en un centro.”

Amigos, este no es un caso aislado. Es el reflejo de una política fallida que abandona a nuestras hijas y blinda la impunidad de quienes las agreden. La pregunta es: ¿hasta cuándo vamos a permitirlo?