Martín Álvarez, el granadero que se negó a rendirse

Recreación ilustrativa generada mediante inteligencia artificial.
Compártelo:

Cada viernes, en Héroes Anónimos, descubrimos junto a Paco Álvarez, historiador y divulgador del canal Historias Confidenciales, las vidas de españoles olvidados por la historia oficial. Hombres y mujeres que merecen ser recordados.

El protagonista de hoy se llama Martín Álvarez, y aunque no es familia de Paco, comparten algo más importante: el orgullo de ser españoles.

Martín Álvarez nació en Montemolín (Badajoz) hacia 1770. No sabía leer ni escribir, pero se alistó en la Infantería de Marina en Sevilla en 1790. Sirvió en varios navíos españoles hasta el 14 de febrero de 1797, fecha en que se convirtió en leyenda.
A bordo del buque San Nicolás de Bari, durante la batalla del cabo de San Vicente, su capitán —Tomás Geraldino— le dio la orden:

“Granadero, di a tus compañeros que ninguno se rinda sino después de muerto y defiende la bandera.”

Y Martín cumplió la orden al pie de la letra.
Cuando los ingleses abordaron el barco, ya solo quedaba él con vida junto a la bandera. Clavó su sable en el cuerpo del primer oficial inglés que intentó arriarla, con tanta fuerza que el arma quedó incrustada en la madera. Luego, sin poder sacarla, cogió el fusil y lo usó como maza, hiriendo a varios enemigos antes de caer acribillado.

El propio general inglés Sir John Butler narró su hazaña:

“Sobre la cubierta llena de cadáveres, ondea la bandera española. El centinela que la defiende atraviesa con su sable a quien intenta arriarla, y aun herido, se lanza sobre ellos hasta caer tiroteado.”

Creyéndolo muerto, Lord Nelson ordenó que lo envolvieran en la bandera para rendirle honores y arrojarlo al mar. Pero no estaba muerto.
Los ingleses, al descubrirlo con vida, lo curaron y lo enviaron de vuelta a España. Al llegar, Martín Álvarez se presentó de nuevo ante su batallón diciendo:

“A sus órdenes, se presenta el granadero Martín Álvarez a su servicio.”

Por su valor, Carlos IV lo ascendió a cabo primero y le concedió una pensión vitalicia. Aprendió a leer y escribir para poder ostentar el rango. Falleció en 1801, tras una caída accidental a bordo de un barco.

Su sable se conserva hoy en el Museo Naval de Londres.
En su pueblo natal, Montemolín, un monolito de 1936 y unos azulejos de 2012 recuerdan su gesta. En Gibraltar, un cañón británico lleva grabado:

“Three cheers for Martín Álvarez.”

Y aunque una orden estableció que siempre habría un buque de la Armada con su nombre, hoy no está claro si se cumple. Tal vez España lo ha vuelto a olvidar.

Por eso lo recordamos aquí, donde los héroes anónimos sí tienen voz.

💬 Tu opinión cuenta: participa en los comentarios

¿CREES QUE ESTE GOBIERNO DEBE RESPONDER ANTE LOS CIUDADANOS?

SÚMATE A LA MOCIÓN DE CENSURA

IMPORTANTE: Debes confirmar el correo que te enviará Change.org después de firmar. Si no lo haces, tu firma no cuenta.

Suscríbete ahora para no perderte nada

Recibe cada semana las noticias que otros prefieren ocultarte.

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Compártelo:

Más noticias

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.