Me embargaron la pensión para pagarle el agua a una okupa

Pilar, a la puerta de la sede socialista de Coruña | Imagen de El debate
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Pilar me llamó la atención desde el primer día que supe de su historia. Cinco años ha tardado en recuperar su piso de La Coruña. Cinco. Y no lo ha hecho gracias al sistema, ni a la justicia ágil, ni a servicios sociales. No. Lo ha conseguido por algo que no debería ser necesario: hacerse viral.

Viuda, sola, con su pensión embargada por negarse a pagar el agua de una mujer marroquí que le ocupaba la vivienda. ¿Se lo pueden creer?

Pilar y su marido le alquilaron el piso —totalmente reformado— por 370 euros mensuales. Tres habitaciones en el centro. Una ganga. Pero la inquilina dejó de pagar durante la pandemia, y tras la muerte del marido, directamente le dijo a Pilar que no pensaba pagarle más… y que le iba a hacer la vida imposible.

«Te voy a joder la vida», le dijo por WhatsApp. Literal.

Pilar denunció extorsión. La okupa le pidió 10.000 euros y que le condonara 23.000 más de deuda para irse. Ella no cedió. ¿Resultado? Pilar siguió sin su casa… y con su pensión embargada por no pagar el agua de esa sinvergüenza.

Los servicios sociales sabían lo que ocurría. Iban cada tres meses, decían, a comprobar el estado del piso. Pero aquello era una pocilga. No lo digo yo, lo dice Pilar. No hicieron nada.

¿Quién ayudó a Pilar? Un abogado que conoció en redes. Fue entonces cuando entendió lo que muchos sospechamos: solo haciendo ruido te escuchan. Solo en redes, en medios, con un buen bufete y una historia escandalosa, logró recuperar lo suyo. ¿Y mientras tanto? La okupa recibía ayudas públicas, trabajo en negro (porque no quería perder la paga), habitación gratuita en una ONG… y, por supuesto, ni rastro de pagar lo que debía.

Una viuda embargada por no pagar el agua de su propia casa ocupada.

Pilar es la España real. La que no sale en los informativos ni en los discursos políticos. La que resiste mientras el sistema protege al que no lo merece.

Mi admiración, Pilar. Y a quienes estáis en su misma situación: que se oiga vuestra voz. Porque solo así, a gritos, el Estado os presta algo de atención.

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