Médicos desprotegidos, inmigración sin control: la sanidad que nadie quiere ver

Mientras los gobiernos presumen de “sanidad universal”, los médicos denuncian que están abandonados ante la inmigración ilegal. Lo contó un sanitario en directo en Castillón Confidencial: “Atendemos a pacientes sin papeles, sin saber quiénes son, ni qué historial tienen. Y si algo sale mal… la responsabilidad es nuestra”.
La imagen que venden los medios es idílica: integración, derechos, humanidad. Pero en la práctica, los hospitales están desbordados, los profesionales trabajan a ciegas, y la ley no los ampara. Si el inmigrante miente sobre su edad, si oculta patologías, o si genera conflictos… el médico no puede defenderse legalmente. Porque si dice algo, lo tachan de racista.
La situación se agrava con los menores no acompañados. Muchos llegan sin documentación y declaran tener 17 años. Aunque parezcan adultos, nadie puede cuestionarlo sin arriesgarse a una denuncia mediática o administrativa. Y los médicos callan. Por miedo, por hartazgo o por simple agotamiento.
La audiencia del programa lo resumió con claridad: “El sistema protege al ilegal, pero no al que trabaja dentro”. Y mientras tanto, los recursos sanitarios se reparten sin control, las listas de espera aumentan y la presión sobre los profesionales se dispara.
Esto no va de racismo. Va de realismo. Va de proteger a los que cuidan, no solo a los que llegan.
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