Zapatero, Sánchez y China: el triángulo que explica las adjudicaciones millonarias

Llevo tiempo denunciando que en España no gobierna un partido político, sino una red de intereses que se comporta como una organización criminal. Y hoy, los hechos vuelven a confirmarlo.
El gobierno de Pedro Sánchez ha entregado contratos públicos millonarios a una constructora china sancionada por Estados Unidos y Canadá, y detrás de la operación aparece —una vez más— José Luis Rodríguez Zapatero.
Lo publicó El Confidencial y hoy lo amplío: el Ejecutivo español ofreció grandes obras a la China Communications Construction Company, una empresa vetada por haber participado en la construcción de islas artificiales con bases militares en el mar del Sur de China, una maniobra de expansión del régimen comunista de Pekín.
Sin embargo, esa misma empresa, prohibida en países aliados, recibe en España contratos de ADIF y del Ministerio de Transportes.
¿Quién la introdujo aquí? Asesores del PSOE, con la mediación de Zapatero, que ya trabaja en nómina para una tecnológica china.
Mi invitada, Sandra Flores, directora de The Epoch Times en España, lo explicó con claridad.
“Esta empresa —dijo— es uno de los brazos del Partido Comunista Chino. No es una simple constructora, sino un instrumento de control geopolítico. En España ha encontrado puertas abiertas, sobre todo desde que Pedro Sánchez visitó Pekín en septiembre de 2024. Dos meses después, esa misma empresa fichó a Zapatero para expandirse en Europa”.
Y no se trata de un caso aislado.
Según Flores, “tanto el PSOE como el PP han sido permeables a la influencia china, pero desde la llegada de Sánchez, la escalada ha sido brutal”.
China ya está presente en infraestructuras, transportes, tecnología, telecomunicaciones e incluso en empresas agroalimentarias.
A través de consultoras próximas al poder, como Acento (de Pepiño Blanco), se hace lobby a favor de compañías prohibidas en Estados Unidos.
Y todo esto, con el silencio cómplice de la oposición, que también ha contratado a esas mismas constructoras en Galicia y Castilla y León.
Estamos hablando de adjudicaciones públicas, dinero español y relaciones con un régimen que no respeta los derechos humanos.
Y mientras tanto, Sánchez y Zapatero viajan a China, firman acuerdos opacos y regresan con nuevos contratos bajo el brazo.
¿Coincidencia? No.
Es un patrón.
Cuando un gobierno abre nuestras infraestructuras críticas a un país con fines militares, y además coloca como mediador a un expresidente que cobra de ellos, no estamos ante política exterior: estamos ante un caso de corrupción internacional.
Y como advertía Sandra Flores, “esto es solo la punta del iceberg”.
Lo que hoy vemos —empresas chinas con contratos públicos, vínculos con el PSOE y el silencio del PP— es la prueba de que España ya está siendo colonizada económicamente.
Y el que lo niegue, miente.
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