Cambio climático y manipulación histórica

Lo decía la hemeroteca: el 30 de julio de 1876 Sevilla alcanzó 51 grados y Madrid 44. Está publicado en la prensa de la época. Si aquello ocurriera hoy, ya saben lo que pasaría: veinte programas especiales en La 1 y en La Sexta hablando del “cambio climático” y señalando culpables a conveniencia. Esa fue exactamente mi reflexión en el programa: ¿qué habría dicho Sánchez si hubiese gobernado en 1876?
No discuto que haga calor. Lo he dicho tal cual: “Sánchez habla mucho del cambio climático, ¿verdad? En Sevilla…”. La cuestión no es negar los episodios extremos, sino recordar algo elemental: han existido siempre. Lo que hoy cambia es el uso político del fenómeno. Se toma cualquier episodio para vender un relato único, con su moralina incorporada, y se oculta que hay registros históricos de temperaturas descomunales mucho antes de que existiera la Agenda 2030 o los grandes altavoces mediáticos.
No es casual el encuadre. La secuencia es calcada: ola de calor, cobertura alarmista, panel de expertos siempre en la misma línea, y un paquete de medidas y eslóganes que poco tienen que ver con resolver problemas reales y mucho con control, impuestos verdes y propaganda. Mientras tanto, la hemeroteca queda arrumbada. Por eso insistí en antena: “Está bien mirar atrás de vez en cuando y recordar estas historias.” La historia no encaja con el relato; por eso la minimizan.
Cuando uno repasa aquella noticia de 1876 en Sevilla y Madrid, entiende la trampa del presente: siempre que conviene, clima es política; si no conviene, entonces es “un fenómeno puntual”. La termodinámica vale, pero vale más la consigna. Hoy la discusión pública no es científica: es discursiva. Lo que se pretende es que usted acepte sin preguntar una cadena causal cerrada, mientras se señala a los discrepantes como negacionistas o herejes.
Yo no compro ese juego. La información sirve para contextualizar, no para atemorizar. Y el contexto, insisto, es claro: hace casi 150 años se registraron picos brutales de temperatura en España. Si hoy sucede algo parecido, lo razonable es informar, comparar con la hemeroteca y no convertirlo en dogma. Porque el dogma paraliza; la información completa libera.
Con esto no pido aplausos. Pido memoria. Pido periodismo. Y pido que el ciudadano, con todos los datos, saque sus propias conclusiones. Las mías ya las conocen.
¿CREES QUE ESTE GOBIERNO DEBE RESPONDER ANTE LOS CIUDADANOS?
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