La voz de los confidenciales: indignación, fe y esperanza en tiempos de decadencia

Una vez más, los mensajes que llegan a este programa demuestran que la gente ve, siente y no se calla.
No somos cuatro locos gritando en el desierto: somos miles de españoles hartos de la mentira, del abuso y del descaro con que el poder desprecia a sus ciudadanos.

Cada mensaje que leo en la redacción de Castillón Confidencial es una radiografía de lo que realmente ocurre en este país: la indignación silenciosa del pueblo decente.

Nuestra compañera Susana Gas, desde la redacción, recopiló algunos de los mensajes que más impacto han tenido.
Antonia nos escribe:

“La mala educación ha entrado en España gracias a los malos ejemplos de los políticos, que ni saben de política ni del puesto que ocupan.”

Silvia, desde Londres, añade:

“Por fin alguien habla claro sobre el rey. Su análisis ha sido valiente, Albert. No sabemos si está chantajeado, pero está claro que esta vez no ha actuado como debía.”

PIN resume el sentir de muchos:

“La limpieza de las instituciones debería empezar desde arriba. Es una vergüenza que el ejército de la hispanidad desfile ante una banda de corruptos.”

Y Alba, desde Venezuela, nos recuerda con emoción:

“En mi país decimos que no siento la patada, sino el burro que me la da. Gracias, Albert, por tu apoyo a Venezuela. Entrarás por la puerta grande cuando seamos libres.”

Por último, Bet nos deja una reflexión sobre la autenticidad del liderazgo:

“Me da igual si mi presidente canta rock o no; lo importante es que gestione bien su país.”

Estas voces anónimas son las que mantienen viva la esperanza.
Mientras los medios tradicionales callan o manipulan, los oyentes de este programa —los confidenciales— ponen nombre y emoción a lo que los demás ocultan.

Aquí no hay consignas ni censura: solo ciudadanos libres diciendo lo que piensan.
Y cuando el pueblo habla así de claro, los poderosos tiemblan.

A todos los que escribís, compartís y resistís: gracias.
Este espacio existe por vosotros y seguirá existiendo mientras haya españoles que no acepten ser súbditos de la mentira.

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