Así utilizó el Gobierno a las víctimas de la Dana para su relato político

Lo que voy a escribir no es una opinión: es lo que he visto, lo que me han contado las víctimas y lo que muestran los hechos.

Durante días nos repitieron que el homenaje a los fallecidos por la Dana era un acto institucional, solemne, respetuoso.

Mentira.

Fue un acto diseñado para proteger al Gobierno, para blindar a Pedro Sánchez de la reacción del pueblo, para escoger quién podía llorar y quién podía hablar. Y si alguna víctima se salía del guion, la intención era silenciarla.

Lo sé porque lo viví. Lo sé porque hablé con ellas.

A Yoli, la mujer que perdió a su hermano, a su cuñado y a su sobrino, no la querían invitar.
Solo cuando el acto estaba ya montado, cuando era demasiado tarde para que movilizara a nadie, la llamaron a las 16:30 de la tarde. La pusieron al fondo. La rodearon de hasta seis personas de seguridad cuando intentaba ir al baño.

Lo que querían era evitar lo que finalmente ocurrió:
que se levantara y gritara en mitad del acto:

“Ni el Rey da la cara con los españoles.
Ni el presidente del Gobierno.
Ni el presidente de la Generalitat.
Sois traidores a vuestro país.”

Ese grito no era suyo. Era el de todos los que se sintieron abandonados.

Porque el Estado dejó morir a la gente.

Y, cuando fue el momento del homenaje, el Estado les volvió la espalda.

La izquierda dice que esta frase es populista:

Solo el pueblo salva al pueblo.

Si es populismo decir la verdad, viva el populismo.

Según testimonios de víctimas, militares, Guardia Civil y fuentes internas que participaron en el operativo:

• Durante la Dana no se activó ayuda militar en las primeras 24 horas, cuando es crucial.
• Se negó la entrada a equipos de rescate de Alemania, Francia y El Salvador.
• Según responsables del operativo, oficiales y militares fueron instruidos para no intervenir sin autorización de Moncloa.
• Se colocó a asociaciones cercanas al PSOE en primera fila durante el homenaje.
• A algunas víctimas se las “seleccionó” para asistir; otras ni siquiera fueron invitadas.
• La ceremonia estuvo blindada con 250 antidisturbios.
• En el funeral no se permitió cercanía del público: “cada tres pasos había un policía”, declara un ciudadano.

Hay un término que escucharéis más en este diario:

partido necrófago: vive de los muertos para construir su relato político.

No lo digo yo. Lo dicen expertos que intervinieron en el programa.
Lo vimos todos: el dolor fue utilizado para atacar a Mazón, para repartir culpas según convenía, para desviar el foco de la responsabilidad real.

Porque cuando el desastre ocurrió, lo que faltó no fue agua.

Faltó el Estado.

No fue la Dana lo que mató a personas.
Fue la negligencia, la descoordinación y el abandono.

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