Amazón le quitó la palabra “negros” a la canción Estos ojitos negros y puso asteriscos
Hay momentos en los que uno piensa que ya lo ha visto todo, pero aparece la censura digital, silenciosa, absurda y profundamente ignorante, para demostrarme que aún queda mucho por contar. Hoy lo hago acompañado de un amigo al que admiro profundamente, Ramón Arcusa, mitad del mítico Dúo Dinámico, uno de los grandes compositores que ha dado España. Y lo que está viviendo no es una anécdota: es un síntoma.
Ramón me confirma algo que roza lo grotesco: Amazon vendía su canción “Estos ojitos negros” sustituida por seis asteriscos en lugar de la palabra “negros”. Sí, esa palabra. “Negro”, como color, como descripción, como parte literal del título de una obra clásica del pop español. Pues bien: “negro” está censurada en Estados Unidos, y Amazon decidió borrar la palabra, incapaz de distinguir entre arte y delito, entre contexto y paranoia.
Y no fue el único episodio. Me relata que Spotify inhabilitó dos canciones del dúo —Quince años tiene mi amor y Yo busco una muchacha como tú— dejándolas en gris, sin poder reproducirse, mientras el resto del álbum se mantenía intacto. Y todo por culpa de algoritmos incapaces de entender el mundo real, programas que cancelan sin criterio, sin reflexión y sin cultura.
A esto se suma otro caso surrealista: unos imitadores del dúo, en un programa de televisión en Chile, quisieron cantar “Quince años tiene mi amor”. ¿La respuesta de la productora?
“No puede ser. Debéis cambiar la letra a ‘20 años tiene mi amor’.”
Y como Ramón me explica, eligieron no cantarla antes que adulterarla. Esa es la diferencia entre crear y rendir pleitesía.
Mientras hablamos, Ramón lo deja claro: no es un caso aislado, es una epidemia. Una invasión de censura “woke”, algoritmos mal programados y productoras sometidas al miedo. Me cuenta incluso que está escribiendo un libro cuyo título ya es una declaración de guerra: No lo compres, no te va a gustar. No apto para progres. Humor inteligente contra la estupidez contemporánea.
Hablamos también de esa contradicción eterna: artistas que en el pasado presumieron de rebeldía y hoy obedecen con fervor al poder político dominante. Lo que antes era cultura libre, hoy es cultura servil. “Los ecologistas de salón, los turistas del ideal…”, los llama Ramón citando a Vidal-Folch. Gente que critica desde el sofá mientras calla ante la censura real.
En definitiva, lo que Ramón denuncia —con calma, elegancia y una lucidez que pocos conservan— es el avance de una censura que no protege a nadie, pero infantiliza a todos. Una censura que no entiende el arte, que no entiende la música, que no entiende España.
Y que, desde luego, no entiende lo que significan 60 años de historia de la música.
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