Hortaleza: la verdad incómoda tras la violación y las protestas

Amigos confidenciales, lo ocurrido en Hortaleza debería indignar a toda España. Una joven de 19 años fue violada por un mena reincidente, que ya había atacado a otra persona en julio y que incluso dio como domicilio… ¡un árbol! Esa es la realidad de nuestro sistema: un delincuente reincidente que campa a sus anchas y termina agrediendo de nuevo.

Cuando vecinos quisieron protestar pacíficamente ante el centro de menores, la policía desplegó un dispositivo desproporcionado, con UIP, helicóptero incluido, como si los manifestantes fueran terroristas. ¿Dónde estaba esa fuerza policial cuando había que proteger a la víctima? ¿Por qué no estuvo allí la ministra de Igualdad defendiendo a la agredida?

Mis invitados, Guillermo Rocafort y Gabriel Araujo, lo señalaron con claridad: esto recuerda demasiado a lo ocurrido en Torre Pacheco. Se fabrica un relato de “ataques a menas” para criminalizar a los españoles que protestan, cuando en realidad los hechos son al revés: agresiones cometidas por esos mismos menas. Se trata de una estrategia de falsa bandera que sirve al Gobierno para dos cosas:

1. Infundir miedo en la ciudadanía y disuadir la protesta.
2. Construir el relato de que Vox o la derecha fomentan el odio y la violencia.

Es gravísimo. Porque no hablamos solo de una violación, hablamos de una maniobra política con la seguridad ciudadana como rehén. Zapatero ya lo decía: “Nos conviene la tensión”. Y hoy esa tensión se fabrica para mantener a Sánchez en el poder.

Lo más peligroso es lo que señalaba Araujo: quieren que haya altercados para poder decir “miren lo que pasa si no nos votan a nosotros”. Es el uso más miserable de un problema real, la delincuencia ligada a la inmigración ilegal, convertido en arma política.

La consecuencia es doble: las víctimas quedan invisibles y los delincuentes reinciden. Mientras tanto, se criminaliza a los ciudadanos que piden orden y justicia.

España no necesita más tensión. Necesita que se cumpla la ley, que los reincidentes sean expulsados, que las víctimas reciban apoyo real y que los vecinos puedan manifestarse sin ser tratados como criminales.

En Hortaleza se cruzó una línea roja. Y si la sociedad no reacciona, esa línea se moverá cada vez más.