China, Huawei y la colonización silenciosa de España

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En España, la presencia de China no es una cuestión menor. No hablo solo de móviles Huawei o de tecnología puntera: hablo de algo mucho más profundo y peligroso. El jefe de seguridad de Zapatero en Moncloa es ahora jefe de seguridad de Huawei. La misma compañía que, según la ley china, debe entregar al Partido Comunista toda la información que le requiera.

Hablamos de cámaras que vigilan nuestras fronteras en Ceuta y Melilla, de servidores que guardan datos del CNI y de los tribunales. Estados Unidos ya nos ha advertido y ha empezado a aplicar sanciones: el puerto de Algeciras ha sido expulsado de una ruta marítima clave por este motivo.

La periodista Sandra Flores, directora de Epoch Times, lo explicó con claridad: lo de Huawei es solo la punta del iceberg. El Partido Comunista Chino actúa como en el juego de Go, rodeando al adversario hasta asfixiarlo. Infiltra sus empresas en sectores estratégicos, se apodera del mercado y desplaza a los competidores, trabajando incluso a pérdidas para lograrlo.

Un ejemplo: en Figueruelas (Zaragoza) se construirá una gigantesca fábrica de baterías para vehículos eléctricos de la empresa china CATL, catalogada como “empresa militar” por Estados Unidos. Recibirá 300 millones de euros en subvenciones españolas y de los 3.000 empleos previstos, 2.000 serán para trabajadores traídos desde China, con vivienda y servicios pagados por el erario público.

Pero lo más escalofriante es lo que ocurre en su propio país: la “muerte por mil cortes” también es literal. Los disidentes —practicantes de Falun Gong, cristianos, tibetanos— acaban en campos de trabajo donde se les extrae sangre y tejidos para un banco de órganos vivos. Cuando un cliente paga, se les ejecuta y sus órganos se venden a hospitales chinos. Esto no es mercado negro: es legal allí.

Mientras tanto, Occidente mira hacia otro lado. Incluso la Organización Nacional de Trasplantes recibió este año a médicos chinos para “aprender nuevas técnicas”. El régimen chino utiliza su diáspora para vaciar farmacias, acaparar material sanitario y revenderlo con beneficios millonarios, como ocurrió al inicio de la pandemia. Y no olvidemos que, en esos meses, casi todas las grandes cadenas españolas tenían publicidad de Huawei.

Nada es casualidad. China ya está aquí, y quien no quiera verlo, se engaña a sí mismo.

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