Ciudadanos abandonados: del volcán de La Palma a los incendios de Tenerife

Cuando uno escucha a los políticos hablar de “resiliencia” y de “solidaridad institucional” debería pensar en la realidad. Y la realidad la cuentan los ciudadanos, los que sufren.

En el programa recibimos testimonios desgarradores:

Arabia, desde Tenerife, no podía contener las lágrimas:

“Van a acabar con nosotros, Albert. Todavía la gente de La Palma son mayores y están metidos en unas latas, en unas verdaderas latas. Lo han perdido todo, pasan calor, frío, se les cuela el agua por los techos… y nadie les ayuda. Con la Dana fue igual, pedían socorro y nadie acudía.”

Ese abandono no es nuevo. Cuatro años después del volcán de La Palma, muchos siguen en “latas de sardinas”, contenedores prefabricados que jamás debieron ser una solución permanente.

Mientras tanto, en la península, la Dana dejó pueblos anegados y familias atrapadas en el barro sin que llegara ayuda. Y ahora, con los incendios en Canarias y Galicia, se repite el mismo patrón: ciudadanos solos frente a la catástrofe.

Lo más vergonzoso ocurrió en Valencia: las imágenes muestran a la policía cargando a porrazos contra los bomberos que reclamaban un aumento de sueldo. Los mismos bomberos que se juegan la vida apagando los fuegos fueron tratados como enemigos.

Esta es la España que nos dejan:

• Mayores abandonados en contenedores tras perderlo todo.
• Vecinos ahogados en barro sin socorro institucional.
• Bomberos golpeados por pedir dignidad en su trabajo.

Y después nos dicen que todo es culpa del “cambio climático”. No. El verdadero cambio que necesitamos es el de un Estado que escuche, proteja y acompañe a sus ciudadanos cuando más lo necesitan.

Hoy lo único que funciona es la solidaridad entre la gente: el pueblo salvando al pueblo. Lo demás es puro eslogan.