Begoña Gómez: cinco delitos y el ocaso de Sánchez

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Parece mentira, pero agosto se nos escapa y entre titulares escondidos en el BOE se prepara un septiembre durísimo. Lo más grave: el caso de Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, imputada ya por cinco delitos: corrupción en los negocios, apropiación indebida, tráfico de influencias, intrusismo profesional y ahora, malversación.

El 10 y 11 de septiembre declararán ante el juez Peinado su secretaria Cristina Álvarez y la propia Begoña Gómez. Será el quinto delito en apenas año y medio de instrucción. Nada se ha archivado, al contrario: se han ido acumulando indicios.

Lo extraño es que mientras tanto, Begoña disfruta del patrimonio nacional en la Mareta, pasea por la playa con escolta y Falcon, como si nada ocurriera. Una imputada que no es cargo público, con todos los privilegios del Estado.

Luis María Pardo, abogado de la acusación popular, lo tiene claro: “Hay indicios suficientes para juicio oral. Si la imputación se confirma, en octubre el procedimiento podría transformarse en abreviado y sentarla en el banquillo.”

El desgaste se nota en Sánchez. Lo vemos desquiciado, con aspecto enfermo. La imputación arrastra al presidente y le coloca en sus horas más bajas. ¿Huida del país? Pardo no lo descarta: ya hay precedentes en Europa.

Lo grave es que mientras tanto, el PSOE negocia con el PP el reparto del Consejo del Poder Judicial, y el Gobierno prepara la llamada “Ley Bolaños”, que entregaría la instrucción al fiscal general y eliminaría las acusaciones populares como la de Manos Limpias o Justitia Europa. Si lo logran, se acabó la democracia en España.

Y para colmo, en plena corrupción, el Ejecutivo crea la “Autoridad independiente de protección al informante”, dependiente del Ministerio de Justicia. Una farsa: el gobierno más corrupto de nuestra historia colocará a su gente al frente de una oficina que debería perseguirles.

España se ha convertido en una Gomorra institucional. Y como dice Pardo, “no hay plan B: o ganamos esta batalla por la justicia o nos quedará el exilio.”

Lo cierto es que cada vez más ciudadanos sienten inseguridad en su propio país. Denunciar corrupción se paga con persecución y miedo. La justicia europea puede tardar años, y aquí el tiempo se agota.

El otoño será rojo. No por ideología, sino por el derrumbe inevitable de un régimen que solo se sostiene manipulando la justicia y utilizando el Estado para blindarse.

Estamos ante las últimas horas de Sánchez y Begoña Gómez. Y la historia no será benévola con quienes han permitido que España se convierta en un estado mafioso.

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