Sánchez compra armas a Israel mientras azuza el boicot y en Cataluña persiguen a los judíos
Lo que vivimos en España es una contradicción insoportable. Pedro Sánchez tilda a Israel de “estado genocida” mientras sigue comprándole armas. Así lo denunció el analista político Carlos Marcos en mi programa: “¿Cómo puede explicar Sánchez que financie a quien llama genocida? Con su silencio y sus decisiones, lo único que hace es alimentar la manipulación y dividir a la sociedad”.
A su lado, Sayde Chaling-Chong, presidente de la Alianza Iberoamericana Europea contra el Comunismo, lanzó una advertencia gravísima: “En Cataluña se produce una persecución a los judíos que empieza a parecerse a la de la Alemania nazi. Se marcan negocios, se boicotean festivales de cine judío, se señalan sinagogas y se insulta a quienes apoyan a Israel”.
Sayde contó incluso que a él, por su color de piel, lo llaman “nazi” y “facha” simplemente por defender a Israel. “Es absurdo —relató—, pero lo que vemos recuerda demasiado a la noche de los cristales rotos”.
Y es que ya lo estamos viendo: pintadas en librerías de Cataluña, campañas de boicot contra productos judíos y hasta intentos de paralizar eventos culturales. Lo que empezó con la excusa de la solidaridad palestina se está transformando en una ola de antisemitismo peligroso que recuerda los peores episodios de Europa.
La pregunta es clara: ¿cómo puede un gobierno español avalar este clima de odio? Sánchez juega a la confusión: boicotea públicamente a Israel mientras sigue comprando su armamento. Una doble moral que nos deja en evidencia internacionalmente y que en casa alimenta a radicales que sueñan con repetir la historia más oscura del siglo XX.
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