Marlaska prohíbe a las fundaciones de policías y guardias civiles aceptar 50.000 € donados por Alvise Pérez
Hay cosas que, si no las ves con tus propios ojos, no las crees. En el programa de hoy, el exjefe de la Policía Local de Valencia, Ricardo Ferris, reveló algo que indigna a cualquiera que todavía tenga un mínimo de respeto por quienes se juegan la vida en la calle: el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha prohibido que las fundaciones vinculadas a Policía Nacional y Guardia Civil acepten una donación de 50.000 euros.
La cifra no es el escándalo.
Lo escandaloso es el motivo.
El dinero venía de Alvise Pérez, a través de su plataforma ciudadana. Una colecta pública destinada a apoyar entidades que ayudan a agentes heridos o fallecidos, y a sus familias. Donación 100% legal, con justificante bancario, trazabilidad completa y sin ninguna contraprestación.
Pero al llegar al Ministerio del Interior, la respuesta fue un portazo:
“No pueden aceptar el dinero por la persona de origen.”
No por un problema administrativo.
No por una cuestión fiscal.
Por ideología.
Ferris lo expresa sin maquillaje:
“Marlaska prefiere que ese dinero no llegue a policías y guardias civiles antes que permitir que Alvise quede como alguien que ayuda.”
Es difícil encontrar un ejemplo más nítido de sectarismo de Estado.
Hablamos de fundaciones que pagan prótesis, rehabilitaciones, terapias psicológicas y apoyo a familias de agentes fallecidos en acto de servicio. Dinero que iría a quienes reciben tiros, pedradas o quemaduras en disturbios. A los que dejan viudas y huérfanos cuando algo sale mal.
Pero el Gobierno prefiere bloquear esos fondos antes que permitir que un adversario político aparezca como alguien que ayuda a las fuerzas de seguridad.
Ferris lo resume así:
“El sistema no perdona que alguien externo ayude más que el propio Gobierno.”
Y tiene razón.
En España, el poder no admite competencia moral.
La escena es grotesca:
El Estado rechazando dinero destinado a proteger a los suyos porque el donante no pertenece al círculo ideológico correcto.
Mientras tanto, los mismos que bloquean estas donaciones regalan millones en subvenciones a asociaciones afines, chiringuitos ideológicos y propaganda partidista.
El mensaje implícito es claro:
No importa que el dinero ayude a policías y guardias civiles.
Importa quién firma la transferencia.
Cuando un Gobierno convierte la ayuda a los servidores públicos en un acto condicionado a la afinidad política, deja de ser Gobierno para convertirse en régimen.
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