Dos concejales se hacen una foto con un narco y la suben a redes oficiales

Hay cosas que uno no pensaba tener que contar jamás.
En Narón, A Coruña, dos concejales del gobierno municipal posan sonrientes con el narcotraficante Laureano Oubiña. Y no solo se hacen la foto: la publican en las redes de la consejería, como si fuese algo de lo que presumir.

Lo leyeron bien.

No hablamos de un vecino cualquiera. Hablamos de Oubiña, condenado durante años por narcotráfico, protagonista de una de las páginas más oscuras del crimen organizado que arrasó Galicia en los años 80 y 90. La droga destruyó familias enteras en esa región.

Invité al programa a Germán Castrillón, portavoz del Partido Popular en Narón. Cuando le pregunté qué demonios se les pasó por la cabeza, respondió con algo que lo resume todo:

“Es un error gravísimo.”

Los concejales de Sanidad y Fiestas estaban en una feria local. Allí, Oubiña tenía un puesto promocionando un libro. Y ellos, ni cortos ni perezosos, se hacen la foto con él al fondo.
Después, con toda tranquilidad, la suben a las redes oficiales de la consejería.
Foto institucional con un narco.

Y aún hay más.

Castrillón recordó que Narón ha sido uno de los puntos más castigados por el narcotráfico en el noroeste de España. ¿Qué pensarán las familias que han visto cómo la droga destrozaba la vida de los suyos?

La oposición les dio 12 días para pedir disculpas públicamente.
Ni las han pedido.

Se convocó un pleno para exigir responsabilidades. Durante la sesión, la alcaldesa —de Terra Galega— olvidó apagar el micrófono y se le escuchó decir:

“A tomar por el culo la alcaldesa.”

Eso, en un pleno oficial.

El respeto institucional está en caída libre. La dignidad de los cargos públicos también.

Castrillón lanzó la pregunta que nadie quería formular:

“¿Qué relación tienen con él? ¿Hay algo más que no sepamos?”

Silencio.

Si un político es capaz de posar orgulloso con un narco, y además publicar la foto en cuentas oficiales, no estamos ante un error: estamos ante una normalización del delito.

A veces la corrupción no empieza con dinero.
Empieza con perder la vergüenza.