EDITORIAL «El director de la policía española de vacaciones en Marruecos y el marroquí en España»

¿Cuál es el enemigo natural de España? No es Portugal ni Francia. Es Marruecos, sin duda. Y, a su vez, el enemigo natural de Marruecos es España. Lo normal, en una relación así, sería mantener las distancias y la prudencia. Lo que no es normal es que el jefe de la Policía Nacional se vaya de vacaciones… precisamente a Marruecos, y que el jefe de inteligencia y policía marroquí venga a veranear a España.

Francisco Pardo Piqueras, director de la Policía Nacional y hombre de confianza de José Bono, ha sido fotografiado en Asilah, Marruecos, por la prensa local. Una prensa que, como todos sabemos, no publica nada sin la bendición del régimen marroquí. Las imágenes lo muestran en un restaurante frecuentado por Zapatero, Felipe González y otros nombres del PSOE. Incluso detallan la ropa de su escolta. ¿Casualidad? No: a Marruecos le interesa que se sepa que el jefe de nuestra policía estaba allí.

Pardo no es un cualquiera. Entre 2012 y 2018 fue vicepresidente de la empresa Tecnobe, que en 2022 recibió un contrato a dedo de casi 24 millones de euros del Ministerio de Transportes, sin concurso público, para la compra de grúas. En 2018, ya era director general de la Policía Nacional. Blanco y en botella.

Al mismo tiempo, ¿dónde estaba el jefe de la inteligencia marroquí, Abdellatif Hammouchi? En la Costa del Sol. El mismo que manejó el espionaje con Pegasus y que consiguió fotografiarse con el rey Felipe VI en una celebración oficial para “blanquear” su imagen en Marruecos. Un hombre acusado en Francia de torturas, que tuvo que huir de ese país, paseando tranquilamente por España.

Que el máximo responsable de la Policía española pase sus vacaciones en Marruecos y el máximo responsable de la inteligencia marroquí lo haga en España no es turismo casual: es una anomalía democrática. Son relaciones de alto nivel, con intereses, secretos y protección mutua. Mientras la sociedad civil lucha contra la inmigración masiva y los problemas que acarrea, quienes deberían proteger nuestras fronteras parecen estar demasiado cómodos con quienes las tensan.

Esto no es una anécdota veraniega. Es un síntoma de cómo se manejan las cúpulas de poder, lejos de la transparencia y la lealtad a quienes, en teoría, sirven.